“Sana locura” y no “cristianos de salón”
El Papa lo ha afirmado una y otra vez estos días. Sobran cristianos de salón,
cristianos tibios, decía hace más de una semana con la espontaneidad de sus
homilías diarias en la residencia de Santa Marta.
Desde el inicio de su pontificado Francisco ha insistido en el ejemplo de los
primeros cristianos, a menudo simples bautizados que tenían el coraje de salir a la
calle a anunciar a Jesucristo. Esto es lo que el Papa pide hoy: un poco de “sana
locura”, cristianos que remueven las conciencias, también dentro de la Iglesia,
donde a menudo las cosas están demasiado tranquilas, acomodadas, sin la tensión
espiritual que debe caracterizar la vida cristiana. Pero nada de esto nace del
voluntarismo. En las últimas semanas el Papa ha ofrecido una especie de catequesis
intensiva sobre el Espíritu Santo, el gran desconocido para muchos cristianos. Sólo
la apertura a su presencia permite que la fe dirija toda nuestra existencia y
ofrezcamos un testimonio alegre y convincente ante el mundo, sin esa cara
avinagrada y melancólica, más propia de los cristianos de salón.
Jesús Domingo Martínez