SERES GENEROSOS
Sé que uno de los privilegios que me ha regalado Dios es el poder conocer
la gente que conozco.
Dios me ha regalado seres que han tenido la inmensa bondad de
obsequiarme el sol y una flor.
He tenido el privilegio de encontrar seres con tal capacidad.
La reunión, por momentos, adquiría la intensidad de referencias personales
a los presentes.
“Hay personitas que se meten en la vida de uno por la llave de la luz”.
La persona aludida esbozó una sonrisa mientras su rostro se llenaba de
rojo.
Sin duda que, desde “la llave de la luz”, sabe regalar el sol y una flor.
Conversábamos. Un grupo de jóvenes cruza por el patio con intención de
retirarse.
“Cualquiera de ellos son muy valiosos y, viste Martín, día a día van tomando
más y más fuerza”.
“Sin duda pero....... la única lástima es que..... no hable un poco más. Sería
mucho más valiosa su presencia en el grupo”.
“Tiene otra forma de hablar. Con gestos, con su sonrisa, con su mirada. Esa
es su forma de hablar, Martín”.
Sin duda que, con gestos, sonrisas y miradas, sabe regalar el sol y una flor.
Tomó la lapicera y sobre un trozo de papel dibujó un sol y una flor y dejó tal
papel sobre el escritorio.
Sin duda que, con un dibujito, sabe regalar el sol y una flor.
Hay seres que poseen la capacidad de regalar el sol y una flor.
Son esas personas que se van haciendo importantes porque poseen la
capacidad de hacerse querer.
Son seres que se adentran en uno sin palabras, sin otra cosa que el sol y
una flor.
Quizás en un primer momento puede llamar la atención la naturalidad con
que transitan con el sol en una mano y una flor en la otra.
Cuando quieren, cuando lo desean, no dudan un instante en regalar tales
cosas con la certeza de que regalan, simplemente, todo lo que son.
No utilizan poses, no apelan a posturas altisonantes. Es lo que son y lo
obsequian desde el sol y la flor que continúa haciéndose en presencia en
sus manos por más que obsequien tales cosas.
Jamás buscan llamar la atención pero, casualmente por ello, siempre llaman
profundamente la atención.
Cuando uno se descubre regalado con el sol y una flor siempre se descubre
cercano a otros que, también, poseen sol y flor.
Poder regalar el sol y una flor no es el resultado de un propósito sino un don
de Dios que esas personas se encargan de compartir gratuitamente.
Naturalidad, espontaneidad, frescura y.......... hacerse querer.
Frente a seres así, esos que Dios me ha regalado, esos que usted ha podido
encontrar en si vida, quizás muchas veces, se ha preguntado como me he
preguntado ¿Qué hay en mis manos?. ¿Qué es lo que poseo para obsequiar
a los demás?.
¿El sol? ¿Una flor?.
¿Nubes? ¿Espinas?.
Sin lugar a dudas que todos tenemos la capacidad de dotar a nuestras
manos del sol y una flor para que la regalemos a los demás.
Siempre hay quien está esperando poder encontrar en sus manos nuestro
obsequio.
Esos seres que Dios regala no son para que nos sintamos muy bien o muy
cómodos sino para que aprendamos y nos sintamos desafiados a realizar lo
mismo.
Hay seres que poseen la capacidad de regalar el sol y una flor para
desafiarnos a que realicemos lo mismo.
No siempre es fácil pero....... siempre tenemos espacio para recibir el sol y
una flor......... siempre podemos, desde nuestras manos, hacer igual
obsequio.
Es mucho más común dejarse envolver por diversas clases de nubes que
nos oscurecen al sol llenándonos de desesperanzas que hacer un espacio en
nuestras manos para el sol de un mundo nuevo donde impere la
solidaridad, el respeto y la tolerancia.
Es mucho más común dejarse llevar por los vientos que se encargan de
marchitar los sueños que conservar lozana a esa flor que nos permite mirar
al mañana desde la frescura de la utopía.
Por ello es que descubrir seres que poseen la capacidad de regalarnos el sol
y una flor es darnos cuenta de que no todo está perdido, de que aún hay
posibilidades para la esperanza y para los sueños.
Seres así son los que permiten que la sonrisa conserve su vigencia.
Padre Martín Ponce de León SDB