Político real, político aparente
P. Fernando Pascual
11-5-2013
En tiempos de Platón y de Aristóteles era claro el problema: a veces lo que parece bueno no lo es, y
lo que es bueno no lo aparece. Aquí radica la distinción entre apariencias y realidades.
¿Se puede aplicar lo anterior a los políticos? Si la aplicación es realizada correctamente,
encontraríamos que hay personas que parecen ser políticos sin serlo, y personas que son políticos
sin aparentarlo. Habría, además, personas que no aparentan ser ni son políticos, y otros que lo son y
lo aparentan.
El asunto tiene miga, porque en la vida democrática recibe votos quien aparenta ser político (bueno,
en seguida añadimos), aunque no lo sea. Así puede ocurrir, y ocurre, que personas incompetentes en
economía, inexpertos en los asuntos humanos, carentes del más elemental sentido de justicia, llegan
a conquistar más votos por sus apariencias y empiezan a gobernar desde el aplauso entusiasta de sus
partidarios.
La realidad, tarde o temprano, sale a la luz. Aquel hombre que tantos votos recibió legisla con
arbitrariedad, adopta decretos que dañan la economía, provoca tensiones absurdas, promueve
injusticias, persigue incluso a las personas honestas. En definitiva, destruye aspectos irrenunciables
para una sana vida social.
Alguno dirá que es difícil que un incompetente logre aparecer como “bueno” y gane votos. Desde la
historia de un pasado no remoto, y desde la mirada a un presente nada consolador, resulta más que
evidente que a nivel local o nacional hay quienes logran votos sin tener los requisitos irrenunciables
para gobernar a favor de la justicia y del bien común.
¿Es superable este peligro? Con gente más madura y más conocedora de los principios básicos de la
justicia, con políticos honestos y sinceros, con medios de comunicación amantes de la verdad y con
un agudo sentido crítico, sería posible evitar el daño que provocan los políticos aparentes y
promover la atención hacia los políticos reales, los que llegan a comprometerse por el bien de la
sociedad en general y de quienes forman parte de la misma en particular.