La guerra cristiana
No seducen los odios, ni seduce grandeza
Con el mal convivimos, en el bien nos amamos
Como es deseo de Cristo, y en guerra militamos
Contra el negro pecado que roe nuestra flaqueza.
Nos sentimos muy solos, y en la propia cabeza
Sentimos con agobio que aun llorando fallamos.
Rebeldes le evadimos, y su paz desechamos,
Haciendo caso omiso de su santa pureza.
Y el EspĂ­ritu Santo guardando nuestras almas,
Evidencia el pecado que a todos nos aflige.
A santos y a culpables santa pureza exige.
Y potente y pulido a todos nos convence;
Con suave influencia a todos nos corrige,
Con el poder de Dios que todo el Cosmos rige.