¿“Texto generoso”?
"Sabemos que no hemos retirado nada a nadie, al contrario hemos
reconocido los derechos a nuestros conciudadanos cuya ciudadanía
estaba falsamente cuestionada y hemos abierto derechos a todas las
demás parejas. Es por lo tanto sin duda alguna un texto generoso el
que habéis votado hoy". Con estas palabras se expresaba la ministra
gala de justicia, Christiane Taubira, después de que un dividido
parlamento francés aprobase la Ley del Matrimonio Homosexual, que
incluye, además, el derecho a la adopción.
Además del hecho de que el debate y la agitación en la calle muestran
la falta de consenso en una cuestión en que la legislación se ha
impuesto a la sociedad, el falaz argumento de basar la defensa de esta
norma en que suma y no resta, pierde de vista que se anula la especial
protección que la familia, la compuesta por varón y mujer, merece.
De modo que sí hay merma, merma para una institución vital, célula
básica de la sociedad, con la que habría que tener especiales cuidados
en una Europa que envejece a pasos agigantados y que va a ser
incapaz de sustentar a sus mayores.
El "texto generoso" del que hablaba la ministra no lo es tanto para
una sociedad que no ha comprendido que no se trata de una lucha
entre progresía y tradición, o entre izquierdas y derechas, o entre
laicistas y creyentes. Igualar las uniones homosexuales a los
matrimonios tiene efectos nada generosos, antes al contrario son
fruto del egoísmo, sobre el valor de la institución que garantiza el
futuro porque garantiza los hijos.
Jesús Domingo Martínez