¿Existe un derecho a ser amados?
P. Fernando Pascual
22-3-2013
Existe en el corazón de cada hombre una insaciable sed de amor. Nos gusta sabernos amados. Nos
gusta ser acogidos. Nos gusta encontrar ante nosotros ojos, corazones y labios que nos digan: “te
quiero”.
Hay una necesidad de amor que caracteriza cada existencia humana. ¿Existe un derecho a satisfacer
tal necesidad? En otras palabras, ¿existe un derecho a ser amados?
Hablar de derechos implica hablar de deberes. Si hay un derecho a ser amados, existiría el deber de
que alguien nos ame. Pero si el amor es un acto que surge desde voluntades libres, ¿puede haber un
deber de amar?
Alguno pensará que la cuestión queda resuelta si reconocemos que la pregunta está mal planteada.
No tiene sentido hablar de un derecho a ser amados, por lo tanto no existe respuesta a una pregunta
equivocada.
Sin embargo, millones de corazones piden, suplican, unas migajas de amor. Si aceptamos la
objeción anterior, podemos decir que pedir amor no es lo mismo que exigir un derecho. Pero ello no
suprime la radicalidad de esas peticiones: el ser humano tiene una necesidad irrenunciable de
encontrar a alguien que le ame de verdad. Si no recibe amor, le resultará imposible vivir sanamente.
Es cierto que muchos hemos experimentado ya el amor en la propia familia: nos amaron nuestros
padres, a veces hasta el heroísmo. Por eso, recordar el amor materno y paterno es siempre una
fuente de paz para el alma. Pero también es cierto que otros muchos no llegaron a conocer nunca a
sus padres, o vivieron en familias anómalas donde la violencia y el desamor eran, tristemente, lo
más frecuente.
Además, cuando los padres mueren, ¿quién puede suplir el torrente de amor que de ellos
recibíamos?
En el camino de la vida, no sólo acogemos y vivimos intensamente el amor familiar, sino que
buscamos, una y otra vez, amigos y compañeros que nos amen de verdad.
El amor es algo que está inscrito en el corazón de cada ser humano. Sentimos un vacío profundo si
falta el amor. “Toda persona siente el deseo de amar y de ser amado” escribía a los jóvenes el Papa
Benedicto XVI (Mensaje a los jóvenes del mundo con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la
Juventud, 27 de enero de 2007). Sin embargo, continuaba el Papa en ese mensaje, “¡qué difícil es
amar, cuántos errores y fracasos se producen en el amor! Hay quien llega incluso a dudar si el amor
es posible”.
Volvemos así la mirada a la pregunta inicial: ¿existe un derecho a ser amados? Quizá sea el
momento de cambiar la pregunta: ¿hay alguien a mi alrededor que necesita amor y al cual puedo
ofrecérselo?
Sólo cuando descubramos que la necesidad de amor empieza a ser satisfecha desde los gestos de
amor que nacen de mí mismo empezaremos a construir un mundo un poco mejor. Precisamente
porque entonces habremos reconocido que el “problema del amor” encuentra su “solución” cuando
nos lanzamos a vivir, en nuestra pobre medida humana, como lo hace Dios: dando amor a quien lo
necesita, especialmente a quienes viven a nuestro lado.