Muy alegre
Fernando Torre, msps.
Tú, yo y todos anhelamos estar contentos, ser felices. Con frecuencia les deseamos alegría
a los demás: «que te vaya bien»; «disfruta tu viaje». Conchita Cabrera de Armida le dice a
su hija: «muy alegre, muy santa, muy humilde, muy desprendida de la tierra, muy feliz te
desea con toda el alma tu mamá que tanto te quiere» 1 .
Queriendo obtener alegría, algunos se lanzan a buscar placeres ; otros persiguen la
fama o las alabanzas de los demás; otros cifran su felicidad en tener dinero, cosas o poder.
Pero lo único que consiguen es experimentar más vivamente su vacío y tristeza.
Opuesto a esto es el consejo para conseguir alegría y felicidad que Conchita le da a
Teresa de María : ser santa, humilde y desprendida. Jesús nos había dad o una receta
semejante en las Bienaventuranzas (cf. Mt 5,1-12).
Seamos santas/os . Creamos que Dios nos ama y correspondamos a su amor;
dejemos que el Espíritu Santo nos transforme en Jesucristo; hagamos la voluntad del
Padre; amemos como Jesús; luchemos contra todo pecado y tentación; venzamos nuestro
egoísmo. La santidad es fuente de una verdadera y honda alegría.
Seamos humildes. Aceptémonos como somos y caminemos hacia lo que estamos
llamadas/os a ser; vivamos en la verdad; sirvamos a los demás; disfrutemos lo que hay, sin
enojarnos por lo que falta; valoremos lo sencillo, lo pequeño; venzamos nuestro orgullo.
La humildad mantiene viva la llama de la felicidad.
Samos desprendidos de la tierra . Si Dios es nuestro tesoro, podremos prescindir de
muchas cosas. Valoremos la austeridad y experimentemos sus saludables efectos. Las
cosas que poseemos nos poseen; los apegos nos esclavizan. Venzamos nuestra avaricia. El
desprendimiento nos dará libertad.
Dios te creó para alegría; ¿qué has hecho hoy para conseguirla?, ¿y qué harás en el
resto del día?
1
En Cartas a Teresa de María , México 1989, 485.