Gesto de una apabullante fortaleza
Resulta desoladora la incapacidad de algunos medios de comunicación para analizar
cualquier cuestión que tenga que ver con la Iglesia sin reducirla a meras categorías
políticas. Es una muestra bien elocuente del problema que con tanta claridad ha
diagnosticado Benedicto XVI al referirse al olvido de Dios, que a la postre
empequeñece al hombre y le aprisiona en los estrechos márgenes de una razón
alicorta. Rompiendo esos esquemas, Benedicto XVI ha puesto ante los ojos del
mundo su talla humana y cristiana de gigante. Pienso, que su renuncia,
precisamente en el Día del Enfermo, no es un gesto de debilidad sino de una
apabullante fortaleza.
Jesús Domingo Martínez