Siempre es tiempo de aprender
P. Fernando Pascual
9-2-2013
El ser humano es curioso por naturaleza. Nos gusta saber, nos gusta superar las dudas, nos gusta
explorar nuevos horizontes.
En la marcha de la historia, millones de hombres y mujeres se han dado la mano en la búsqueda de
nuevos conocimientos. Unos llegan a ser “profesionales” o maestros, otros simplemente aficionados
que comunican a sus amigos y conocidos nuevos descubrimientos o hipótesis estimulantes.
Cada generación humana necesita aprender miles de cosas: una lengua, una cultura, unos datos,
unos números, unos signos, unas normas, unos principios.
A lo largo del tiempo, hay conocimientos valiosos que pueden perderse, o conocimientos negativos
que empiezan a ser vistos como apetecibles. También, gracias a Dios, podemos dejar atrás errores o
mentiras para conquistar nuevos acercamientos hacia la verdad.
Sin embargo, hay quienes todavía ponen en duda la capacidad humana de aprender. Consideran que
no existen verdades absolutas, que las enseñanzas son provisionales y confusas, que lo que unos
admiten como válido otros lo rechazan como negativo.
A pesar de esas teorías, y a pesar de que existen dificultades reales, la confianza en la educación
sigue en pie. No porque algunos prefieren un engaño “seguro” a una duda inquietante, sino sobre
todo porque por encima de todos sus límites la educación “funciona”: bien llevada, nos acerca a la
verdad.
Por eso, siempre es tiempo de aprender, siempre tenemos ocasiones para salir del mal de la
ignorancia (uno de los peores males, según Platón) y para dejar atrás errores más o menos graves.
Siempre es tiempo, en definitiva, de educar y de dejarnos educar, de ofrecer verdades buenas y de
acogerlas desde quienes nos las comunican con amor y, esperamos, con destreza.