ALGO MÁS QUE PALABRAS
REEDUCARNOS EN LA MANO TENDIDA
Un texto actual de la Comisión de Desarrollo Social de Naciones Unidas sostiene que, a
pesar de las riquezas que se generan a nivel global, casi el 80% de la población del planeta
carece de acceso adecuado a la protección social. También apunta, el citado documento, que la
falta de oportunidades sociales, políticas y económicas hacen que las personas que viven en la
pobreza sientan impotencia y no vean salida para mejorar su posición. Todo este desorden, que
tiene su germen en la falta de humanidad, debe hacernos reflexionar a los humanos. Con razón,
crecemos, cuando meditamos.
A mi manera de ver, hemos de ser reeducados nuevamente en la mano tendida hacia
nuestros semejantes. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá
soledad. Siempre se darán situaciones de necesidad material en la que será indispensable nuestro
apoyo. De ahí, la importancia de generar en todos los países una protección social básica y una
reeducación que nos sensibilice a aprender a vivir para (y por) los demás.
Por desgracia, hemos dejado de cultivar actitudes responsables de humanización.
Tenemos una crisis de interioridad como jamás en nuestra historia de la civilización. Desde
luego, esta educación renovadora de las conciencias que propongo, obliga a revisar nuestros
modos y maneras de vivir, nuestro lenguaje y hasta nuestras propias costumbres, mediante un
espíritu de hermanamiento que nos permita readaptarnos y consolidar con plenitud la riqueza
espiritual humana. Tampoco se trata de ningún lavado de cerebro, sino de pensar libremente
sobre los motivos que generan las desigualdades.
Cierto, las palabras que no van seguidas de hechos, no valen nada. Debemos actuar por
cambiar, ser más sensibles a las necesidades. No podemos permanecer indiferentes ante este
problema social. Al fin y al cabo, todos necesitamos de todos en cualquier actividad. También
cualquiera puede ser marginado en algún momento de sus vida, por esa falta de mano tendida, y
caer en la indigencia. Sí en verdad estuviésemos educados para vivir en profundidad la
fraternidad, la triste mirada de los pobres nos dejaría hundidos.
Muchos de esos pobres quieren escapar de la pobreza buscando nuevos horizontes a
través del trabajo. También encuentran dificultades. Suiza, por ejemplo, plantea recortar
permisos de trabajo -acabo de leer en un diario-. Los países deberían trabajar duro para que
nadie se tuviese que marchar en busca de mejor vida. Deben mejorarse las condiciones internas
que estimulen a quedarse, también las de aquellas personas formadas. No es bueno que la fuga
de cerebros vayan para determinadas naciones; pero, en cualquier caso, la gente tiene derecho a
huir de la miseria. Por eso, entiendo, que tenemos que avivar una nueva reeducación que nos
haga a todos más comprensivos. A veces falta ayuda humanitaria, acompañamiento, asesoría y
apoyo a estas gentes que huyen del hambre. ¿Por qué marginalizamos a tantos seres humanos?
Pedir que no lleguen más inmigrantes a un país es como ponerse una coraza, y despreocuparse
del problema de otros, que podía haber sido problema de cualquiera, tan sólo por haber nacido
en una de las áreas marginadas del planeta.
No hay otra salida que la mano tendida, que el amor siempre dispuesto, como los poetas
que lo son, se ha de trabajar a tiempo completo por el ser humano. Considero, por tanto, una
buena noticia la próxima adopción de un protocolo facultativo activado por Naciones Unidas,
encaminado a que los ciudadanos puedan contar con mecanismos internacionales para buscar
justicia cuando sean violados, entre otros, sus derechos laborales, la salud, la educación y un
nivel de vida adecuado. Sólo nos podemos salvar nosotros a nosotros mismos. Aparte de
encontrar nuestra realización, necesitamos sentirnos arropados. Para ello, uno tiene que tender la
mano antes que tender la vista, porque una caricia a nadie se le puede negar, sobre todo bajo
este inmenso escenario de dementes en el que intentamos vivir.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefónica.net
6 de febrero de 2013