¿Justicia sin amor?
Una forma de negar la evidencia de la situación actual es la de estigmatizar a la
caridad misma y propagar la idea de que la caridad sólo es necesaria en una
sociedad injusta. Desde el siglo XIX se ha planteado una objeción contra la
actividad caritativa de la Iglesia, desarrollada después con insistencia sobre todo
por el pensamiento marxista. Los pobres, se afirma incluso hoy, no necesitan obras
de caridad sino de justicia. Pero el amor siempre será necesario, incluso en la
sociedad más justa –ya se ha visto como han acabado aquellos países en los que a
los pobres se les ha dado justicia y no amor-. No hay orden estatal, por justo que
sea, que haga superfluo el servicio del amor. Siempre habrá sufrimiento que
necesite consuelo y ayuda. Y siempre estará ahí la Iglesia, junto a los que sufren;
antes, durante y después de todas las crisis.
Jesús Domingo Martínez