El aborto provocado, ¿tolerable?
No es cuestión de derechas ni de izquierdas, si bien fue en la Rusia comunista en
donde comenzó el aborto impulsado por el mismo gobierno, allá por los años
veinte del siglo veinte. Después, por activa y por pasiva, los grandes magnates
del mundo económico quieren imponerlo en todos los rincones de la tierra a
través de la ONU. Untan a políticos con tal de conseguirlo, como sucede, ahora,
por ejemplo, en Irlanda y en América latina. Parecería mentira si no fuera tan
evidente, que se produzcan discusiones sobre un hecho criminal, con el que hay
que acabar más pronto que tarde. Parece mentira, sobre todo, porque contrasta
con el sentir general contra la pena de muerte y la barbarie terrorista y de la
guerra, contra la esclavitud ya favor del ecologismo. ¿Por qué se excluye al no
nacido del derecho a la vida? ¿De dónde se sacan ese derecho de la madre a
matar a sus hijos? Ni la madre, ni el médico, ni ningún gobierno tienen derecho
a decretar la muerte de un ser inocente, ni porque habite en su cuerpo ni porque
haya de comer a su mesa. El aborto es una realidad que no debe tener carta de
ciudadanía, pues las leyes han de hacerse para salvar vidas pero no para
apagarlas. El aborto legalizado es expresión de cobardía, de desesperanza, de
dureza de corazón, de corrupción de costumbres, de hipocresía, de maldad
supina. Matar al inocente no puede tolerarse en nombre de ninguna bandera
limpia, de ninguna política, de ningún interés. Ante situaciones difíciles, hay que
acudir con ayuda a las madres.
Josefa Romo Garlito