Esperanza para la humanidad
Madrid ha sido, por sexto año consecutivo, la capital mundial de las familias. Hay
que agradecer el apoyo del Papa y reconocer el mérito del cardenal Rouco, al lograr
que la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia haya adquirido una relevancia pública
de la que hasta hace poco carecía, ‘camuflada’ entre las demás celebraciones
navideñas. También es admirable el esfuerzo de muchas familias que acuden desde
todos los puntos de España y Europa a dar testimonio público de la familia
cristiana. Las circunstancias históricas no son fáciles, como ha advertido el
Presidente de la Conferencia Episcopal. En España la legislación y la cultura
dominante niegan la realidad natural del matrimonio y de la familia, y eso trae
consigo innumerables dramas como la soledad, o las plagas del divorcio y del
aborto, junto a una severa crisis demográfica.
Jesús Domingo Martínez