El hombre que se fumó la Biblia
Una verdad para no olvidar
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En estos días de adviento la Iglesia nos invita a levantar los
ojos del alma al Cielo y contemplar el gran amor de Dios Padre que
nos envía a su Hijo para perdonarnos y salvarnos.
Decía el Papa Benedicto XVI que el adviento es un tiempo
lleno de esperanza y de espera espiritual. La comunidad cristiana se
prepara para hacer memoria del nacimiento del Redentor y
experimenta en sí un escalofrío de alegría. Recordamos con emoción
su nacimiento en Belén cuando en la plenitud de los tiempos el Hijo
de Dios nació de la Virgen María.
2) Para pensar
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Este versículo resume en pocas
líneas una importante verdad bíblica, que alguien ha llamado «el
corazón de la Biblia». Innumerables personas que leyeron u oyeron
estas impresionantes palabras fueron llevadas a reflexionar. Y no
sólo esto: dicho versículo dio a muchos el impulso necesario para
obtener una fe viva en el Señor Jesucristo.
Esto ocurrió, por ejemplo, con un africano que no tenía nada
de interés en la Palabra de Dios. Llegó un predicador a su
comunidad y sus amigos lo llevaron para que escuchara la Palabra
de Dios. El predicador al final les ofreció libros del Nuevo
Testamento. Cuando se dirigió al hombre reacio, éste no quiso
saber nada y lo rechazó. El predicador insistió sin obtener resultados
y, en tono de burla, el africano le dijo: “Si usted me da ese libro,
utilizaré sus delgadas páginas para enrollarlas y hacerme unos
cigarrillos para fumar”. Algunos sonrieron discretamente, pero el
predicador no se dio por vencido y para sorpresa del incrédulo le
propuso: “Estoy de acuerdo. Pero prométame que por lo menos
leerás cada día una página antes de fumártela”. El hombre africano
estuvo de acuerdo, la leería antes de arrancarla. Tomó la Biblia y
desapareció.
Años más tarde ese africano, antes reacio e incrédulo, ahora
ya converso, contaba su experiencia en un congreso sobre la fe:
“Empecé por fumarme a San Mateo, luego a San Marcos y después
a San Lucas. Pero cuando llegué al capítulo 3 de Juan, ya no pude
seguir fumando. Al leer en el versículo 16 que «tanto nos amó Dios
que nos envío a su Hijo», bastaron esas palabras y mi vida cambió
por completo”.
La buena nueva del versículo 16 lo había conmovido y
convencido. Incluso después él mismo predicaba la buena nueva del
amor de Dios y de la salvación por Jesucristo. El antiguo fumador de
Biblia ha sido uno de los numerosos seres humanos que hallaron a
Dios por medio de este versículo: darse cuenta del amor inmenso
del Padre por nosotros.
3) Para vivir
El Papa desea que volvamos a asombrarnos y maravillarnos
esta Navidad del amor de Dios por nosotros. Volvamos a meditar e
invitar a los demás a meditar esta verdad esencial: “¡Dios nos
ama!”.
Este asombro se ha de convertir en agradecimiento a Dios por
tan grandísimo bien. Que esta Navidad nos llene de alegría
reconsiderar el don inmenso que hemos recibimos de Dios: nos ha
enviado a su Hijo mismo para reconciliarnos y llamarnos a la vida
eterna.
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