Sin abejas, ¿funcionaría el mundo?
P. Fernando Pascual
22-12-2012
Gira por ahí esta frase atribuida a Einstein: si llegan a desaparecer las abejas, a la humanidad le
quedarían pocos años de vida.
Sea de quien sea la frase, plantea un hecho: el mundo “funciona” desde equilibrios complejos en los
que cada eslabón tiene su importancia.
Por eso, sin lluvia no crecen plantas. Sin plantas, no hay comida para millones de animales. Sin
plantas y sin animales, no puede sobrevivir el hombre.
En la compleja cadena de la vida, miles y miles de realidades diferentes, de bacterias y de vientos,
de elefantes y de amapolas, ocupan un lugar imprescindible.
A pesar del dicho atribuido a Einstein, es probable que alguno afirme que sin abejas puede
funcionar el mundo, porque otros insectos se encargarían de polinizar las flores. Quizá, pero lo que
ahora sabemos es que las abejas tienen su papel, y sin ellas algo importante habría sido perdido para
siempre.
Si damos un paso ulterior, ¿se puede aplicar esto a los seres humanos? Quizá nosotros no podemos
sobrevivir sin abejas; pero, ¿no será posible que las abejas ya no puedan sobrevivir sin los seres
humanos?
Hace millones de años existían abejas y no había hombres. Por lo mismo, la respuesta a la anterior
pregunta parece afirmativa: sin los seres humanos las abejas mantendrían en pie su complejo
sistema social, sus zumbidos y sus bailes, a no ser que un cambio climático o de otro tipo provoque
su extinción.
El mundo gira hoy como en el pasado. El planeta sigue un camino de cambios, veloces o lentos,
hacia etapas nuevas de la historia. Mientras las abejas siguen con sus vuelos, miles de hombres y
mujeres saborean, gracias a unos insectos pequeños y trabajadores, esa miel que producen cada
primavera. En otras palabras, precisamente porque existen las abejas el mundo conserva parte de su
encanto. Provisional, ciertamente, pero no por ello menos maravilloso.
Con su inquieto volar de flor en flor, una obrera nos llena de asombro. Mientras la miramos,
pensamos en ese Dios que nos puso en el mundo como peregrinos y nos bendijo con la compañía de
animales y plantas que suavizan la larga marcha humana hacia un destino eterno.