ALGO MÁS QUE PALABRAS
NO LE DEMOS AL MUNDO MISILES PORQUE LOS UTILIZARÁ
La cuestión de los misiles es un tema para la reflexión internacional. Corea del Norte
acaba de sorprender al mundo con el lanzamiento de un cohete de largo alcance. Cualquier día
lo hará otro país, sin permiso y a lo que salga. No importan los efectos. A mi juicio, estamos
ante una carrera de absurdos que debemos frenar. Por tanto, lo que se debe hacer con urgencia,
no es sólo propiciar reuniones, sin también tomar decisiones, alcanzar consensos para controlar
este tipo de furias que no conducen a ninguna parte, si acaso a la barbarie. Resulta irracional
comprobar que el mundo se empobrezca y, sin embargo, se llene de armas. Es el momento de
otros desafíos, como puede ser el del desarme, puesto que cada vez más mujeres y niños son
víctimas de la guerra. Desde luego, es poco probable que una comunidad llena de armas ilícitas
avance hacia la seguridad.
De lo que se trata es de practicar la tolerancia, y para ello, en lo que se debe invertir es
en educación, jamás en la producción de artefactos. Por desgracia, el comercio de todo tipo de
armas cada día es más rentable para nuestra fatalidad y la de todo el planeta. En lugar de poner
en valor los propios derechos-deberes, reproducimos actitudes injustas, aumentando los
conflictos. El sueño del desarme completo y universal tiene que ser posible. Necesitamos ejercer
de humanos, humanizarnos. Es evidente que cuanto más se dotan armamentísticamente los
países, más aumentan los peligros de incomprensiones, que de alguna manera encuentran su
aliento en las armas, en cambio, cuanto más disminuyen los arsenales bélicos, menos se aviva la
tentación de servirse de ellos.
De todos es sabido que, en un mundo justo, no hacen falta muros de defensa, ni misiles
de alcance, y, en todo caso, los países deberían cumplir las resoluciones pertinentes del Consejo
de Seguridad. Hay que reconocer que gracias a las actividades que llevan a cabo las Naciones
Unidas en favor del desarme, se ha conseguido ahuyentar muchas contiendas y calmar los
ánimos. A mi manera de ver, hay que seguir en esta línea pacifista hasta llegar a las mismas
conciencias ciudadanas, haciendo que todo gire alrededor de las personas. La misma economía,
a veces, actúa como un misil de enfrentamiento, puesto que lo único que parece interesar es la
ganancia personal a cualquier precio. Hasta el mismo desarrollo, en ocasiones, también actúa
como una bomba, puesto que nos desequilibra y nos vuelve esclavos de un lucro interesado.
Con las armas tampoco se puede jugar a divertimentos. Si un país amenaza o quebranta
la paz mundial, como puede ser este desafío de Corea de Norte a la Comunidad Internacional,
pienso que han de imponerse sanciones económicas o comerciales, o tomar otras medidas
específicas como pueden ser restricciones diplomáticas y tantas otras que han de ocurrírsenos.
Ante este tipo de hechos, Naciones Unidas, debería actuar con contundencia y salir fortalecida
con el respaldo del mayor número de países. El mundo tiene que aceptar las reglas de juego,
democráticas y democratizadoras, trazadas por las instituciones internacionales, de lo contrario
más pronto que tarde, aún nos faltarán armas para luchar en combate. No se puede permitir que
las leyes callen cuando los misiles silban a su antojo.
Cualquier dispositivo que amplía la dirección y la magnitud de una fuerza, llámese misil
o proyectil, son instrumentos para matar y cuanto menos se fabriquen mejor. La paz no se gana
en ninguna batalla, suelen ser treguas, la auténtica armonía suele ser más cuestión de corazón
que de coraje. Pongamos, pues, la inteligencia al servicio del amor y desterremos cualquier
misil de nuestra vista. Una sonrisa puede ser motivo más que suficiente para ganarse la amistad
de un contrario.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
12 de diciembre de 2012