ALGO MÁS QUE PALABRAS
FALTA ESPÍRITU DE COMPROMISO
A esta mundializada sociedad le falta realmente contraer compromisos serios hacia
nosotros mismos y también hacia nuestros semejantes. Aspiramos a tener muchos derechos y,
sin embargo, incumplimos con multitud de deberes. En un sistema político democrático, nuestra
propia vida ciudadana no podrá desarrollarse provechosamente sin la activa, responsable y
generosa participación de todos. Las mismas instituciones internacionales deben trabajar con
mayor espíritu de compromiso, con una visión más aperturista y de deliberación, para que los
grandes temas no queden inmovilizados por pequeñeces que no vienen al caso. Es evidente que
las grandes conquistas han sido gestadas desde el debate y consensuando posturas, puesto que
todas las propuestas son discutibles y han de ser examinadas libremente. Por desdicha, vivimos
momentos en los que prolifera una total anarquía moral. Sálvese el que pueda.
El abuso del más fuerte sobre el débil es la consecuencia de esta anarquía moral. A
nadie se le puede negar la legitimidad de actuar en política de acuerdo con las propias
convicciones acerca del bien común. Desde luego, a esta sociedad le falta la fidelidad a los
compromisos. Desatenderse del mundo y alimentar corrientes de pensamiento irresponsable va
en detrimento de todos. Lo mismo sucede con un uso incorrecto del poder, cuando la
normalidad de ese poder es el abuso, las consecuencias son irreparables contra el propio destino
de la vida misma. Precisamente, hoy más que nunca, tenemos que trabajar para que aumente el
consenso en torno a un marco de referencias comunes. De lo contrario, por muchas palabras
demócratas que amasemos en los labios, se acentuarán los problemas, perpetuando las
diferencias y los conflictos.
Además, hemos de pasar del compromiso a la acción. Los ciudadanos, no sólo han de
envejecer de manera saludable, tenemos que comenzar a promover la plena inclusión social y el
desarrollo de toda persona como titular de derechos y obligaciones. Hay que comprometerse con
los derechos humanos y activar su aplicación con todos los recursos y herramientas precisas.
Las acciones colectivas, sin duda, son una manera eficaz de fomentar las claves para un
compromiso sustentable en un mundo complejo. Es una pena que la dignidad de la vida humana
no esté prevista en este plan de globalización. Resulta bochornoso que herir a un ser humano en
su dignidad se haya convertido en moneda de uso corriente. Y más todavía, el adoctrinamiento
es tan pujante por parte de algunos poderes, que algunas personas se consideran dignos de ser
miserables, cuando es la sociedad quien los ha degradado, muchas veces por divertimento.
Desde luego, bajo esta atmósfera de confusiones debemos avivar un compromiso
auténtico por el ser humano, nazca donde nazca y viva donde quiera vivir. El compromiso con
la dignidad humana no se lo puede llevar el viento como se lleva las palabras huecas, ni
tampoco podemos enmudecerlo, porque quien calla, otorga. Son indignas las alarmantes cifras
de paro entre los jóvenes. El compromiso de la Unión Europea es que se ofrezca por ley un
empleo a los jóvenes en paro. Son indignos los ataques indiscriminados que se siembran a diario
por el mundo. El compromiso de las organizaciones mundiales tiene que encaminarse, con
contundencia, al respeto de las leyes internacionales.
Nos estamos acostumbrando a convivir con lo indigno. La dignidad ha de estar presente
en todos y por todos. Sin duda, falta ese espíritu de compromiso que dignifique la vida de la
persona. Por dignidad humana, en suma, habría que abrazar tantos compromisos, (muchos de
ellos firmados ya, pero olvidados), que nos vemos obligados a revisar nuestro camino, a darnos
nuevas reglas y a encontrar otras dimensiones más humanas. Son tantas las pobrezas a combatir,
que una ruptura con el caos y la confusión reinante, nos obliga a revisar hasta nuestros propios
comportamientos, dañados en ocasiones por el miedo, la incertidumbre y la división social.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
5 de diciembre de 2012