¡Enseñar lo que Dios ha dicho!
“Iniciaci￳n cristiana y nueva evangelizaci￳n” es el tema del Congreso internacional
sobre la catequesis promovido por el Consejo de las Conferencias Episcopales
Europeas, celebrado en mayo de este año, en la Domus Mariae de Roma, con la
Misa celebrada por el Cardenal Mauro Piacenza, Prefecto de la Congregación para el
Clero.
“La primera lectura, que hemos escuchado de los Hechos de los Ap￳stoles – dijo el
purpurado en la homilía – lleva en sí las palabras con las cuales el Santo Padre
Benedicto XVI ha querido titular la Carta con la que convoca el Año de la Fe, por el
50º aniversario de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II y por el 20º
aniversario de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católoca, instrumento
indispensable para la correcta hermenéutica de los textos conciliares”.
En el texto, de hecho, leemos que los Ap￳stoles “reunieron a la Iglesia y refirieron
todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto la puerta de
la fe a los paganos”. Qué significa este abrir la puerta de la fe a los hombres de
todo tiempo y lugar, lo explic￳ claramente el Cardenal: “¡Es tarea, sobre todo, de
Dios mismo! Si perdemos de vista este «primado» de la Obra de Dios, cualquier
esfuerzo nuestro estará destinado a no producir los frutos esperados. Es Dios quien
abre la puerta de la fe a nuestros hermanos y lo hace, sobre todo, a través de su
Hijo unigénito. Él es la «puerta de las ovejas», camino universal y único de
salvaci￳n para todos los hombres”.
La imagen de la “puerta” es particularmente “eficaz porque habla de un ᆱentrarᄏ en
una nueva dimensión, en una realidad que el hombre no puede darse a sí mismo,
sino que es completamente don de Dios”. Sin embargo, ha puesto en evidencia el
purpurado, esta realidad de don, que es “Dios mismo, pide el movimiento de
nuestra libertad, pide que el umbral de la «puerta», abierta por Dios, sea
atravesado por cada uno de nosotros”. He aquí por qué “la salvaci￳n,
universalmente ofrecida, no puede de ningún modo ser eficaz sin el concurso de la
libertad creada, que, sostenida por la Gracia, «da el paso» y cruza la vpuerta de la
feᄏ”. De aquí nace la grandísima tarea de la catequesis de la iniciaci￳n cristiana,
sobre todo en el horizonte de la nueva evangelización, que es, entonces, por lo
menos doble.
“Por un lado, la catequesis – ha dicho – debe colaborar con el Señor en «abrir la
puerta de la fe», mostrando, de modo profundamente razonable y humanamente,
incluso afectivamente, percibible, la gran posibilidad de vida, de significado y de
realización que Dios ofrece a los hombres”. De hecho, a￱adi￳ el purpurado, “si no
volvemos a hacer emerger toda la racionalidad, el atractivo e incluso la
«conveniencia humana» del cristianismo, si no emerge toda la luz que proviene de
la «puerta de la fe», muy difícilmente la perspetiva cristiana podrá resultar
fascinante”. Por otro lado – agregó –, “la catequesis está llamada a sostener la
inteligencia de la fe, a traves del conocimiento de la Revelación, tanto en sus
aspectos racionales como en aquellos más tipícamente doctrinales, que son su
traducci￳n hist￳rica”.
Una referencia, luego, al concilio Vaticano II: “debemos reconocer c￳mo la misma
vida moral, tanto dentro como fuera de la Iglesia, ha sido terriblemente debilitada
por una insuficiente catequesis, por una formación incapaz, tal vez, de dar las
razones de las exigencias del Evangelio y de mostrar, en la experiencia existencial
concreta, cómo éstas son extraordinariamente humanizantes. ¡Todo esto,
ciertamente, no por culpa del Concilio!”.
Por esa razón, la catequesis es siempre también una narratio. En el texto citado
encontramos que los los Ap￳stoles “refirieron todo lo que Dios había hecho”. En él
se contiene, “en pocas palabras, toda la obra de una catequesis que no es s￳lo
transmisión de verdades doctrinales, sino que se convierte también en posibilidad
de participación en el mismo Evento de la fe, en el mismo Evento-Cristo”. “La
dimensión doctrinal, sin embargo – subrayó -, bien lejos de ser secundaria,
representa el modo concreto de la narratio, la cual de otra manera correría el riesgo
de volverse arbitraria y subjetiva y, por eso, ya no creíble. Como ha recordado el
Santo Padre en la homilía de la santa Misa Crismal, estamos frente a «un
analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan
inteligenteᄏ”. La catequesis, concluy￳ el cardenal -, sobre todo la de iniciación
cristiana, tiene esta gran tarea: “¡Vencer el analfabetismo religioso, ense￱ando
ᆱqué nos ha dicho Diosᄏ!”. ¡Y sin dejarse paralizar por las interminables cuestiones
metodológicas! Los problemas metodológicos, queridos amigos, son superados por
los santos que, con su sencillez y vida, son la catequesis viviente más eficaz que
Dios mismo ofrece a su pueblo”.
Padre Juan García Inza