OLIVA
Padre Pedrojosé Ynaraja
La tez verde de la aceituna se va oscureciéndose hasta casi ennegrecer, entonces
es el momento de extraer el 30% del aceite que contiene. La operación era sencilla
en aquel entonces. Prensado el fruto, pasaba su jugo por un depósito de agua, que
recogía tanto las partículas sólidas como el líquido no oleoso. Simple decantación,
pues, que exigía mucha agua, de aquí que las almazaras debían estar cerca de
algún río. Esto ocurría tanto en Getsemaní, el nombre significa prensa, que
aprovechaba la del torrente Cedrón, como en mi casa, en la que quedan restos del
aparato y el rio Congost, que no ha cambiado.
Este aceite de oliva, de preciosa apariencia, con una gama que va del amarillo al
verde, hoy en día se le llama virgen. Los restos: pieles, pulpa y huesos triturados,
es el orujo, desperdiciado en aquel tiempo. Olivo y aceitunas son propios, casi
exclusivos, de la cuenca mediterránea. Su principal utilidad era culinaria, alimento y
condimento. Pero tenía, en la antigüedad y ahora, otras utilidades, que cita la
Biblia.
Su madera muy dura, fue utilizada para la construcción (I Re 6) con ella hoy, se
fabrican piadosos souvenirs.
Era esencial para unciones rituales de sacerdotes, reyes o piedras que, en
consecuencia, se considerarían sagrados. Le elección de Aarón, de Saúl, o la unción
de la estela de Betel, son ejemplos.
Utilizado para el alumbrado doméstico, antorchas y candiles. Llama sagrada la de la
Menorá, alimentada con aceite. (Se desconocían las velas, su uso en la liturgia
cristiana no se admitió hasta el siglo XI).
En medicina. La preciosa parábola del viajero que iba a Jericó, atacado por
bandidos, fue curado con aceite y vino por un samaritano (Lc 10,34)
La bella Judit lo utilizó como cosmético y como reserva para su astuta hazaña.
Junto con el pan, el vino y el incienso, era materia de los sacrificios rituales que no
implicaban derramamiento de sangre. En la actualidad, en el interior de la caverna
de Makpelá, en Hebrón, la que compró Abraham para enterrar a Sara y fue tumba
de patriarcas y matriarcas, arde una lámpara de cuádruple mecha, alimentada con
aceite. Tuve la fortuna de ver en cierta ocasión, como un guardián despabilaba las
mechas, antes de añadir el combustible, encenderlas e introducirla en el interior.
Tributo este invisible en honor del padre de los creyentes.
Si fue apreciado el aceite, el olea europaea nombre científico del arbol, en la cultura
judía, continúa siéndolo en la liturgia cristiana, que lo utiliza en el bautismo,
confirmación, unción de los enfermos, orden sacerdotal, consagración de altares
etc. El aceite, pues, para nosotros, es símbolo del Espíritu Santo.