Celebración de Difuntos. 2012
Noviembre, mes cuajado de esperanzas. Mientras algunos árboles nos obsequian
con frutos secos y los campos aparecen con su vestido verde recién estrenado, las
aradas acogen el grano en este tiempo de sementera. En la celebración del Día de
Todos los Santos y de los fieles Difuntos, enternecido el corazón por la memoria de
los que partieron, muchos viajan a los pueblos para rezar y poner flores en la
tumba de los suyos. Los cristianossabemos que no se puede afirmar, con verdad, la
muerte: nuestra Fe nos dice que la vida no termina, que al traspasar el umbral de
nuestra vida en este mundo, nos esperan Dios y los nuestros. ¿ Y cómo es posible?
No hay nada imposible para Dios. Por eso, el pensamiento de la muerte no puede
hundirnos en la desesperación: en medio del dolor natural, nos consuela la certeza
de una inmortalidad gozosa. Después, sigue el amor para los que no rechazaron el
Amor misericordioso de Dios, siempre dispuesto a perdonar y a acoger a quien
vuelve, a Él, arrepentido. Conservo vivo el recuerdo de la serenidad del rostro de
una madre extremeña ante el óbito de su hijita de 11 años. Su Fe, reflejada en sus
ojos y palabras, a mí me dejó estupefacta al darle el pésame.
Josefa Romo