“¡B ENDITO SEA D IOS !”
comunidad “ad experimentum” por un
año, como tiempo para fraguar la nueva
forma de vivir su carisma.
El día 30 de junio, al volver de Colombia de
dirigir los Ejercicios Espirituales a las RR.
Escolapias, al bajar del avión, abrí el teléfono
y me encontré con una comunicación de la
Provincial de las Hermanas de la Caridad de
Santa Ana. En ella me hacía llegar el resultado
del Consejo, celebrado los días anteriores, en
el que se había decidido suprimir la
Comunidad de Hermanas, que mantenía la
Congregación en Buenafuente desde 1977, y
que venía siendo un testimonio de caridad y
servicio para toda la comarca en la atención,
primero de ayuda a domicilio y después en el
Hogar Asistido. Ante noticia tan desoladora,
mi primera reacción fue responder a la Hna.
Pilar Arroyo, la Provincial, según me pedía en
su mensaje, con un breve texto: “Recibida la
comunicación. Bendito sea Dios”, en
resonancia con la respuesta que da Job ante
los mensajes negativos.
El día en que se celebraban los 50 años
del Concilio Vaticano II y la apertura
solemne del Año de la Fe, el 11 de
octubre, llegaban las Hnas. de la
Presentación de María, como comunidad,
a Buenafuente. El día 14 de octubre,
domingo, vísperas de Santa Teresa de
Jesús, a los 43 años de haber llegado como
capellán a Buenafuente, el 16 de octubre
de 1969, en la Eucaristía del domingo,
concelebrada con 12 PP. Claretianos, que
culminaban sus días de Ejercicios
Espirituales, dábamos la acogida a la
Comunidad de RR. de la Presentación de
María, y a la manera teresiana, hacíamos
una procesión con el Santísimo
Sacramento para dejar la presencia
eucarística en la nueva Comunidad. Don
de la Iglesia a quienes viven consagrados
en el nombre del Señor.
Días después, propuse al Consejo General
de la Congregación la posibilidad de que se
quedaran las Hermanas, aunque no pudieran
atender las labores asistenciales. El 24 de
julio, leía la carta de la Superiora General, en
la que me confirmaba la imposibilidad de
mantener una Comunidad, aunque fuera con
hermanas mayores. “Bendito sea Dios”, repetí.
En esa fecha se celebra en nuestra diócesis la
memoria del martirio de las tres Beatas
Mártires Carmelitas de Guadalajara. Por mi
ministerio de Vicario de la Vida Consagrada,
pasé ese mismo día en el Monasterio de San
José, donde se veneran sus reliquias.
Encomendé a las Mártires la situación en la
que quedaba Buenafuente; así se lo hice saber
a la Priora del Carmelo. Por la tarde, al volver
a casa, tenía un mensaje de unas religiosas que
deseaban entrevistarse conmigo.
Tuve que contener la emoción cuando
desde el altar del Monasterio a la casa de
las Hermanas, se alargaba la procesión con
el Sacramento de la Eucaristía, presidida
por doce sacerdotes revestidos de blanco,
y con la presencia de jóvenes y de niños.
El día 25 de julio, recibí a tres Hermanas del
Instituto de la Presentación de María, que
venían a preguntarme si conocía un lugar
donde vivir su carisma de “ofrenda y
adoración”. En ese momento les brindé la
posibilidad de que vinieran a Buenafuente.
pues tenía disponible las casas que ocupaban
las Hnas. de la Caridad de Santa Ana. Ellas se
sorprendieron mucho. Después de los
permisos canónicos de su Madre General y de
nuestro Sr. Obispo, se decidió abrir una
Como dice San Benito, que Dios, que ha
comenzado esta nueva obra, sea Él mismo
quien la lleve a término.
Quiero compartir con todos vosotros el
regalo que nos ha hecho la Providencia.
Hay relatos que no son parábolas porque
son historia. Y hay historias que se
convierten en revelación de la fidelidad de
Dios. “Bendito sea Dios”.