Voz del Papa
Por iniciar el “Ao de la Fe”
José Martínez Colín
1) Para saber
A unos días de empezar el “ Año de la Fe ”, el prximo 11 de
octubre, el Papa Benedicto XVI viajó a Loreto.
Así como hace cincuenta años, el entonces Papa, el beato
Juan XXIII, fue en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de
Loreto, en Italia, para encomendarle el Concilio Ecuménico Vaticano
II, ahora el Papa Benedicto XVI quiso ir al mismo lugar para poner
en manos de la Virgen los frutos del Año de la Fe y del próximo
Sínodo sobre la Nueva Evangelización.
Este Santuario contiene en su interior la venerada “Casa de
Loreto”, que fue la humilde casa de Nazaret donde vivió la Sagrada
Familia. Una tradición indica que la casa, ante el peligro de que
fuera destruida, durante las guerras de las Cruzadas, fue trasladada
cuidadosamente por partes, en barco, a Loreto. Estudios científicos
han comprobado que sus paredes tienen las mismas características
y son del mismo estilo que las que hay en Nazaret de aquella época,
incluso con inscripciones semejantes.
Comentaba el Papa que esta humilde morada es un testimonio
concreto tangible del suceso más grande de nuestra historia: la
Encarnación; el Verbo se ha hecho carne, y María, la sierva del
Señor, es el canal privilegiado a través del cual Dios ha venido a
habitar entre nosotros (cf. Jn 1,14).
Ir al santuario tiene su significado, dijo el Papa, pues es entrar
a la escuela de María, de quien ha sido proclamada
« bienaventurada » porque «ha creído» (Lc 1,45). Cuando María
dice al ángel: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra» (Lc 1,38), se ha puesto totalmente a disposición de la
voluntad divina; su voluntad coincide con la voluntad divina y en ella
se unen el cielo y la tierra, Dios creador y su criatura. María se hace
«casa viviente» del Señor, templo del Altísimo.
2) Para pensar
Se cuenta que había una vez, hace cientos de años, en una
ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las
oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.
La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como
aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El
amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es
Guno, el ciego del pueblo.
Entonces, le dice: “¿Qué haces Guno, tú ciego, con una
lámpara en la mano? Pero si tú no ves...” Sin embargo el ciego le
responde: “Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco
la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros
encuentren su camino cuando me vean a mí...”
Pensemos si nuestra fe es tan grande que ilumina con su luz a
otros para que encuentren su camino.
3) Para vivir
En la crisis actual, dice el Papa Benedicto XVI, la Encarnación
del Hijo de Dios nos dice lo importante que es el hombre para Dios
y Dios para el hombre. Sin Dios, el hombre termina por hacer
prevalecer su propio egoísmo sobre la solidaridad y el amor, las
cosas materiales sobre los valores, el tener sobre el ser. Es
necesario volver a Dios para que el hombre vuelva a ser hombre.
La Encarnación nos dice que nunca estamos solos, Dios ha
entrado en nuestra humanidad y nos acompaña. Empecemos este
“Ao de la Fe” por pedirle al Seor que nos aumente la fe para vivir
con una actitud abierta hacia sus designios y así poderla transmitir.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )