ALGO MÁS QUE PALABRAS
EL MALESTAR SOCIAL DEL MUNDO
La verdad. No me gusta esta ola de malestar social que afecta al mundo, en unos países
más que en otros, pero lo cierto es que la situación de desempleo y desamparo se acrecienta
cada día, en parte porque el imperativo ético de la justicia social no funciona. Cuando se cierran
todas las puertas con individualismos egoístas, la insolidaridad toma gobierno en nuestras vidas
y resulta difícil entregarse al bien común. Porque únicamente, desde un justo clima de
convivencia responsable, es posible la verdadera solidaridad, lejos de cualquier búsqueda de
lucro y poder.
Hay que ir a la raíz de los problemas. Debemos buscar siempre los auténticos valores,
que no son otros que los derechos humanos fundamentales. Hemos de establecer, igualmente,
un sincero diálogo con los demás. Esto es importante. Sólo así, podremos salir de esta crisis que
viene produciendo un tremendo sentimiento de malestar global. Algo que empuja a la
crispación, a los desórdenes, a una vida comunitaria que se hace irrespirable e irresistible. Las
abundantes situaciones de miseria, explotación, de falta de garantías ciudadanas, conducen a
una verdadera situación de inquietud y desasosiego.
A consecuencia de esta ansiedad, vivimos en una convulsión permanente que debe
cesar. Este es el riesgo fatal que corremos, fruto de una cultura interesada, que juega con la
mentira y convive con la manipulación de los mercados. La realidad es que gran parte de la
población mundial carece de acceso a una protección social adecuada. Esto es gravísimo para
una civilización que se cree avanzada y anda en retroceso. Nadie debería vivir por debajo de un
nivel de ingresos determinados. Sería una manera de reducir el desencanto actual.
La búsqueda de la justicia social es vital para comprimir esta intranquilidad que nos
circunda. Hoy, las desigualdades, son escandalosas. También la falta de respeto por la dignidad
de vidas humanas es otra de las cuestiones vergonzosas. Añadir, además, la falta de una cultura
de la tolerancia en un mundo global. Ahora bien, bajo este contexto de pesadumbre
generalizado, tampoco se pueden cometer actos de violencia, que no llevan a ningún sitio. La
manifestación pacífica es lícita, en cambio la violenta siempre será ilícita, y quitará razón a sus
convocantes.
Por consiguiente, los efectos de esta crisis financiera y económica no pueden llevarnos a
una recesión de pensamiento, es más, pienso, que debemos mantenernos firmes y unidos, frente
a las fuerzas que nos dividan o discriminen. Todos, al unísono, debemos adoptar medidas de
consenso para crear entornos de sosiego que propicien el logro de la paz, de la inclusión social,
y de un trabajo decente para todos. Ha llegado, pues, el momento de oponerse a tantos males
que afligen a la humanidad, compartiendo horizontes y buscando solución a las diferencias.
Tomemos la preocupación necesaria y hagamos piña. Al final nos daremos cuenta que sólo el
progreso de la cooperación puede ayudarnos a salir del túnel. Cooperar es señal de que el
mundo se humaniza, y humanizado, es más fácil entender y comprender a los demás, mirando
desde el propio corazón de cada uno.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
19 de septiembre de 2012