¿Narrar o escuchar?
P. Fernando Pascual
25-8-2012
Nos gusta narrar nuestra historia. Esa que inició con el nacimiento, que tiene raíces profundas en
una familia concreta, que pasó por momentos de alegría y por momentos de dolor, que afrontó
fracasos y que se revistió de victorias.
Narrar es un deseo profundo del alma. El narrador, sin embargo, necesita ser escuchado. ¿Es posible
esto?
El mundo moderno facilita enormemente la comunicación. Si antes un relato era escuchado o leído
por pocas personas más o menos cercanas, ahora es posible lanzarlo al ciberespacio ante millones
de potenciales oyentes.
La tecnología ha multiplicado las posibilidades de diálogo, pero estaríamos en una situación extraña
si dominase el deseo de narrar y faltase tiempo para escuchar.
Por eso, hace falta tener un corazón atento para descubrir quiénes, cerca o tal vez lejos, esperan que
alguien les escuche. Quizá entonces tendremos menos tiempo para organizar y exponer nuestro
relato. Pero eso que quitamos a nuestros deseos de narrar lo invertiremos para escuchar lo que otros
puedan ofrecernos con su pequeña (o su gran) historia personal.
Descubriremos así que tenemos mucho en común, y que es hermoso recorrer el camino de la vida
cuando compartimos el propio tiempo desde una escucha llena de respeto y, sobre todo, de afecto.