En defensa de la vida a través de la vida pública
El aborto es un grave problema científico, político y social. Pero es también, y en
gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente. Todo
hombre, si no quiere negar la realidad de las cosas, ha de procurar por todos los
medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres
inocentes e indefensos. Personalmente, pienso que de la misma manera que estoy
en contra de la pena de muerte de un delincuente por grave que sea el acto en el
que ha delinquido, estoy en contra de la muerte de cualquier indefenso e inocente
no nacido (aborto). Esta verdad, que es posible comprender desde la razón
rectamente formada, es aún más clara y profunda a la luz de la fe. Sabemos, por
experiencia, que el olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad
humana y que quienes sufren los atropellos, con mayor frecuencia, son los más
débiles. En este caso, los concebidos que van a nacer. Por eso es tan importante
seguir librando, en este terreno, la batalla del Amor y de la Vida, con valentía, sin
complejos y alzando la voz, en defensa de los que no la tienen, especialmente cada
vez que alguien, en nombre de la libertad y la democracia, vulnere nuestros
derechos fundamentales y se atreva a estigmatizarnos por el hecho de ser
católicos, como han pretendido desde el partido.
Jesús Domingo Martínez