Ante tu mirada
P. Fernando Pascual
19-8-2012
La mirada de Dios me penetra y me envuelve, me rodea y me busca, me invita y me respeta.
Dios no es indiferente ante mi pecado: toma en serio lo que hago y lo que dejo de hacer. No olvida
que soy de barro y que necesito ayuda. No ignora lo bueno que Él mismo sembró en mi alma. No
deja sin recompensa ese vaso de agua que ofrezco a quien me lo pide.
Así es tu mirada. No sé por qué la rehúyo, como si tuviera miedo de mis faltas, cuando lo que
deseas es curar mis heridas. No sé por qué prefiero otros ojos, que un día me miran con aprecio y
otro con indiferencia. No sé por qué escucho músicas o veo imágenes cuando podría dejarme
envolver por el calor de tus pupilas de Padre bueno.
Pero cuando me dejo traspasar por tu mirada y te permito entrar en mi alma, todo adquiere un color
diferente. Porque el mundo tiene sentido si surge desde tu Bondad y si se dirige hacia ti. Porque la
vida es maravillosa cuando se explica desde esa palabra grande y sencilla: Amor.
Ante tu mirada todo cambia. Mi pecado se derrite si me acerco a la gran fiesta de la misericordia
que se celebra en cada confesión. Mi corazón recobra fuerzas cuando me alimento del Pan de la
vida. Mi cuerpo adquiere una luminosidad diferente, si ha quedado purificado desde el agua y la
sangre que brotan del Calvario.
También cambia el rostro de quienes me rodean, pues descubro que son hijos tuyos, hermanos
necesitados, como yo, de cariño, de perdón y de esperanza.
Este día y toda mi existencia puede ser diferentes si me pongo ahora, simplemente, lleno de
confianza, ante tu mirada...