Jueces de familia a favor de arreglar los matrimonios
Estos días, como es habitual, los periodistas nos van a machacar con que después
de un periodo de vacaciones aumentan las separaciones matrimoniales y los
divorcios, para intentar contrarrestar estas informaciones me ha parecido
interesante la siguiente: La verdad es que sir Paul (magistrado del Tribunal
Supremo de Inglaterra y Gales desde el año 2000 y descendiente, por cierto, del
poeta Samuel Taylor Coleridge) no es precisamente un filósofo del amor, que tienda
a adornar sus puntos de vista. En sus entrevistas, repite casi siempre las mismas
ideas, a veces de forma descarnada. Se nota que es un hombre curtido por horas
de pleitos y sentencias. “Mi mensaje es éste: Lucha por tu matrimonio. No te
rindas. Arréglalo, no lo rompas”, dice con frecuencia.
El juez Coleridge ofrece otra perspectiva del mismo fenómeno: unos 3,8 millones de
niños en Inglaterra y Gales viven pendientes de que se resuelvan los
procedimientos judiciales sobre el divorcio de sus padres.
“Estamos ante una de las heridas más dolorosas de la sociedad”, dice el
magistrado. “Por eso, en los últimos años, siempre que he tenido la oportunidad de
hablar en público sobre las rupturas familiares, lo he hecho. Pero ahora he llegado
al convencimiento de que es el momento de actuar, no solo de hablar”.
Con la puesta en marcha de la Marriage Foundation, Coleridge aspira a crear “un
movimiento en todo el país destinado a cambiar las actitudes desde abajo hasta lo
más alto de la sociedad, de modo que mejore la vida de todos, especialmente de
los niños. Queremos promover el matrimonio como el patrón oro de las relaciones
de pareja”.
El magistrado ha buscado el apoyo de cuatro patronos para arropar su iniciativa.
Como él, todos tienen amplia experiencia en los tribunales de familia. Además, los
cinco llevan mucho tiempo casados; si se suman sus años de matrimonio, sale un
total de 204. En un momento en que la duración media de los matrimonios
británicos se sitúa en 11,4 años, este patronato puede tener un valor pedagógico
para la sociedad.
Jesús Domingo Martínez