ALGO MÁS QUE PALABRAS
LA NECESARIA VOZ DEL DESCANSO
Un día y otro día, y el siguiente, más de lo mismo. Voy pasando el verano como
la vida misma nos narra. Hace un calor tremendo en el ambiente. Transito por el costa
del fuego, ayer del sol, mañana esperemos que de la luna. Somos como insectos al
borde del mar. Los tiempos de la desconfianza nos impiden cualquier diálogo. Nadie
suele conversar con desconocidos; los ignoramos, nos ignoran. Todo se mueve
alrededor de soledad, con multitud de sombrillas tejiendo abecedarios que estremecen
las sufridas aguas que nos circundan. De vez en cuando una ola nos despierta una voz
en la garganta. Y me doy cuenta que no soy más que un cuerpo que flota, que nos
maneja el viento a su antojo, que vamos siempre de viaje de un lugar a otro, bajo la
mentirosa vida de verdades.
A pesar de que estoy de vacaciones sigo atado a mi vivir, desasistido por los que
me rodean, tragándome la crisis inventada por los poderosos y que pagamos los pobres,
es como una guerra que te va dejando sin fuerzas poco a poco, hasta sentirte inútil. Me
doy cuenta que como yo, muchos de mis convecinos de las sombrillas de paja, duermen
también con el llanto del alma como almohada. No pueden más. Somos prisioneros del
dinero o del poder. Nos hemos entregado a esos palacios dominadores sin reservas y nos
han desnudado los valores del espíritu. Aquí, por estas playas ensortijadas de
rascacielos, no es posible descanso alguno, al menos que hagamos una revolución
mística y nos adormezca el verso.
Bajo las sombrillas de paja todo se vuelve nadie, aunque nos demos codazos con
los cuerpos en este mundo visible. Veo que a todos nos hace falta adentrarnos en la vida
con una visión interior de los acontecimientos. Pienso que estamos habitados por el
vacío y cómo poblar este vacío es mi pregunta. Desde luego, entender las realidades de
hoy es básico para proyectar el mañana. No podemos seguir moviéndonos en el terreno
de las desigualdades, de las indiferencias y de la discriminación. Estamos llamados a
entendernos aunque nos miremos con los ojos de la desgana. Esta vida no se entiende
sin la dependencia de unos y de otros. Por eso, los que nos cobijamos en estos
descoloridos parasoles junto al mar, con deseos de descanso, a veces olvidamos nuestro
propio fundamento social y la fidelidad a nuestra propia naturaleza humana.
Advierto, asimismo, que aún no hemos desarrollado el respeto mutuo dentro de
un espíritu de sinceridad. La mayoría de las ocasiones somos la voz, la voz adversaria,
la voz enemiga, la voz que nos repele, la voz que todo lo destruye por dinero. Sin
embargo, seguimos sordos a tantas voces poéticas que nos llegan por el aire, a la voz del
verso de cada día, que hoy tantos deseos tengo de proclamarla nítidamente, a la espera
de que alguien conteste con la voz interior de los poetas. Todo es posible en vacaciones.
En las aventuras poéticas de Salinas, se dijo: “si unos ojos se te niegan/ cuando les das
tu mirada,/ tú no dejes de mirarlos,/ espera./ También se marcha la luz,/ y aguardan las
infinitas /miradas de las estrellas,/ toda la noche, a que vuelva”.
También este verano he tomado la montaña como refugio. No necesito euros en
los bolsillos. Duermo en las habitaciones de la naturaleza. Vivo rodeado de animales a
los que tengo como buenos amigos, no hacen preguntas y tampoco critican, se dejan
querer y contribuyen a que cultive la poesía a todas horas. Pienso que he encontrado un
buen equilibrio tanto conmigo mismo, como con los demás y con el medio ambiente.
Esta íntima armonía es lo que verdaderamente me regenera el alma, proporcionándome
un bienestar que realmente me tranquiliza. Está visto que la multitud no es buen sitio
para el recogimiento, la meditación o para dejarse impregnar por la calma. Cada uno de
nosotros, no cabe duda, necesita tiempos y espacios para evadirse. Digerir los sueños y
dirigirlos me imprime serenidad. Por tanto, las vacaciones, sean donde fueren, deberían
servir no solamente para el descanso corporal, sino también para un descanso más
espiritual que físico, en un mundo de tantas vueltas y revueltas a ninguna parte.
En cualquier caso, no importa montaña o mar. El descanso ciertamente requiere
de la voz del silencio compartido, no importa el lugar, sino la vivencia del lugar. La
naturaleza es sabia y hasta los ríos más profundos son siempre los más sigilosos. Pienso
que el mundo vive una auténtica pobreza de tiempo para el descanso, debido a la
dedicación excesiva al trabajo y a otras labores domésticas. Otros, sin embargo, están
desempleados. También el trabajo hay que repartirlo. Desde luego, el disfrute del
tiempo libre y las vacaciones son una oportunidad para sosegarse, aparte de un derecho
de toda persona. El descanso pertenece al orden de las cosas. Sin duda, el que trabaja
debe reposar, conocer otros entornos e invertir el tiempo en nuevas experiencias. Ahora
bien, aprender a usar ese ocio de manera inteligente es cuestión de cultivo responsable.
Por otra parte, piénsese en la capacidad del turismo para crear empleo en
diversos sectores, teniendo en cuenta que un turismo responsable es el primer interesado
en proteger los recursos naturales. Nos entusiasma, por consiguiente, que España sea la
anfitriona del Día mundial del turismo de 2012, a celebrar el 27 de septiembre, bajo el
lema de “Turismo y sostenibilidad energética: propulsores del desarrollo sostenible”, no
en vano se encuentra entre las cinco principales naciones inversoras en energías
renovables en el ámbito internacional. Ciertamente, para el descanso no hacen falta
grandes eventos, sino una mirada contemplativa, tomarse una pausa para la reflexión y
poco más. Se trata de fundirse con la belleza circundante y descansar. Al fin y al cabo,
es un privilegio descansar después de haber trabajado. Otros no lo pueden hacer, no
tienen ocupación y están todo el tiempo de vacaciones forzadas.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
corcoba@telefonica.net
5 de agosto de 2012