ALGO MÁS QUE PALABRAS
LA CASTA DE LOS IRRESPONSABLES; ¡DETENERLOS YA!
Los irresponsables se han adueñado del mundo. Inmovilizarlos ya, van en pos
del poder o del dinero, que es lo mismo. Son insensibles a los problemas ciudadanos.
Rechazan cualquier fondo de ayuda a los más débiles. Tampoco les interesa conversar y
mucho menos ser transparentes en lo que dicen y hacen. Practican la coartada política y
premian el cinismo. Se alimentan de la mentira y la proclaman como verdad en el
mercado de los días. Les importa nada la persona y la ciudadanía sólo les interesa en
periodo electoral. Únicamente respetan a los dominadores aunque éstos degraden la
civilización humana. Reconocen la igualdad de escaparate, pero en el fondo permiten
las desigualdades. En la raíz de esta situación está el egoísmo, tanto personal como
colectivo, que considera el propio beneficio del yo como criterio de actuación. No
importa acudir a la violencia como recurso, avivando venganzas y enfrentamientos,
aliándose con la injusticia de un poder altanero que elude responsabilidades
continuamente.
Lo peor de esta casta de irresponsabilidades, que hoy gobierna buena parte del
planeta, es que nos siguen instando a vivir una vida loca, bajo las directrices de una
política económica irresponsable, que se ha convertido en un vicio crónico. Cada día
son menos las personas consecuentes con sus acciones, que cumplen sus deberes y
obligaciones con honestidad, aplicando el sentido solidario de las cosas, en bien de la
colectividad. Está en juego nuestro futuro común, lo que exige personas con sentido
planetario, dispuestas a servir a la ciudadanía, no a vivir de ella, como la variedad de
imprudentes con poder han puesto de moda. Se precisan soluciones incluyentes, no
excluyentes. Hacen falta dirigentes ejemplares en este mundo dirigido por ineptos.
Sálvese el que pueda. Cuando la política se convierte en el mayor negocio, en lo que
más dinero deja, sucede que los principios de buen hacer brillan por su ausencia. Desde
luego, sí queremos potenciar un modo sostenible de vivir, tan en boga de boquilla, urge
que la responsabilidad de los servidores de lo público, trabajen a destajo por el bien
universal y sean ejemplo de honradez.
Hay que detener, pues, el poder de esta casta de irresponsables. No pueden
gobernar por más tiempo el mundo. Estos poderosos insensatos ignoran que toda
potestad conlleva un deber; primero el de concienciarse con el dominio del uso del
poder y después el de optar por ponerse al servicio de la verdad. Todo lo contrario a lo
que se hace realmente. Sin duda, para esto hay que tener en cuenta, lo que dijo el
político y pensador indio Mahatma Gandhi: “uno debe ser tan humilde como el polvo
para poder descubrir la verdad”. Y la primera veracidad que tenemos la obligación de
poner sobre la mesa de trabajo, es que la tierra pertenece, no a los poderosos que se
apropiaron de sus bienes y servicios, sino al conjunto de culturas que la habitan. Esta es
la gran autenticidad, lo que nos requiere y exige a los poderes actuales, universalidad de
miras y gratuidad en la acción. Por eso, a esta especie de alocados que nos gobiernan,
les va a ser muy complicado regenerar esta crisis global, porque ellos mismos son los
que la han potenciado, con su poder de avaricia, de pérdida de lealtad, con una visión
reduccionista y en absoluto cooperante.