¿Yuxtaponer o confrontar opiniones?
P. Fernando Pascual
23-6-2012
Ante el hecho innegable de la existencia de opiniones diferentes, ¿es mejor yuxtaponerlas, o habría
que confrontarlas de modo preciso y riguroso?
El primer método, la yuxtaposición, consiste simplemente en presentar una opinión detrás de otra,
sin dejar espacio a una confrontación sobre su eventual validez o sus errores. Para uno el aborto es
un crimen, para otro está mal pero no debe ser penalizado, para otro es algo bueno pues evita
traumas en la mujer, para otro es algo que depende de los puntos de vista subjetivos, para otro no
tiene ninguna relevancia e incluso sería inútil discutir sobre el mismo...
El segundo método analiza una por una las posiciones que se desea considerar. Se detiene ante ella,
ve sus puntos de fuerza, considera sus lados débiles. Dedica el tiempo que haga falta, hasta concluir,
en la medida de lo posible, qué puede tener de válido y qué sería desechable.
Desde luego, este segundo método es mucho más trabajoso y exigente que el primero. Además, en
temas especialmente complejos o debatidos, no será posible confrontarse con todos los puntos de
vista, sino sólo con algunos, y quizá nunca se logre un análisis suficiente sobre los mismos.
Pero las ventajas de este segundo método son numerosas. Si en el método de la yuxtaposición, al
menos teóricamente, uno aparenta no tomar posición por ninguno de los “bandos”, en el método del
análisis y de la confrontación se dan pasos concretos para satisfacer una exigencia de la mente
humana, que susurra incansablemente esta sencilla idea: no pueden tener un mismo valor posiciones
contrapuestas o incompatibles entre sí.
En ocasiones discutir sobre cada punto de vista lleva a suponer que en las distintas posiciones hay
algo de verdad y algo de error. Pero eso mismo es también una ganancia, que va más allá de la
simple yuxtaposición de ideas. Uno podrá escoger lo válido que encuentre en posiciones diferentes,
y dejará de lado lo caduco, erróneo o incluso injusto que encuentre en los diferentes puntos de vista
considerados.
En cierto modo, ese era parte del método del inquieto Sócrates. No se contentaba con escuchar qué
opiniones iban de aquí para allá, sino que encaraba a su interlocutor para que manifestase su propio
punto de vista y, luego, de modo incisivo, para valorarlo en profundidad, para separar la valioso de
lo espúreo.
En temas importantes, por lo tanto, lo mejor y más serio es dejar de lado yuxtaposiciones que no
permiten avanzar hacia conclusiones razonables, para confrontar, seriamente, cada posición. Así
será posible separar lo verdadero de lo falso, y habrá más luz en argumentos centrales para la vida
de las sociedades y para el camino personal de cada ser humano.