¿Es periodismo defender las manipulaciones?
P. Fernando Pascual
16-6-2012
Un periodista escribe un artículo sobre un tema que suscita interés y genera debates encendidos. El
texto se difunde rápidamente.
Un analista atento y buen conocedor del tema muestra que el artículo en cuestión contiene
manipulaciones graves y falsedades tendenciosas. Para ello, ofrece pruebas contundentes. Queda
puesto en evidencia que el periodista en cuestión había elaborado un pésimo artículo.
Ante la denuncia del analista, algunos levantan la bandera de la libertad de expresión: el periodista
manipulador no debe ser callado, sino que tiene derecho a decir lo que piensa. Los que lo atacan son
acusados, según una fórmula que reaparece de vez en cuando, de pretender ocultar un mensaje a
costa de herir al mensajero.
¿Es correcto este tipo de defensas cuando un artículo es atacado justamente? ¿Tiene sentido levantar
lanzas o escribir más artículos para apoyar a un periodista que claramente ha manipulado datos y
engañado a los lectores?
Si analizamos este tipo de situaciones, se descubre un comportamiento extraño. Por un lado, un
grupo de periodistas quiere defender una determinada posición, lo cual es más frecuente de lo
imaginado y confuta el mito de la “objetividad” y “neutralidad” de la prensa. Por otro lado, esos
mismos periodistas usan la bandera de la libertad de expresión para neutralizar los “ataques”
dirigidos a quien piensa como ellos y ha cometido un “error” al escribir un artículo claramente
manipulador.
En realidad, denunciar un pésimo artículo no es ir contra un punto de vista que puede ser legítimo ni
atacar la libertad de expresión. Al criticar los errores de ese artículo simplemente se hace notar que
no hay buen periodismo cuando se inventan datos, se tergiversan declaraciones, se usan fuentes no
contrastadas, se elaboran “historias” carentes de bases documentales, se lanzan insinuaciones
calumniosas, se traduce mal lo dicho por otros, y un largo etcétera de manipulaciones
pseudoinformativas.
Hace falta reconocer que quien denuncia las manipulaciones realizadas por un periodista se
convierte en un defensor de lo más genuino y propio de la auténtica libertad de expresión: la del
respeto a la verdad y a la justicia. Sólo desde tal respeto es posible erradicar comportamientos de
algunos (esperamos que pocos) periodistas que divulgan falsedades, para promover un periodismo
sano, atento a los datos y preciso a la hora de recoger con la mayor precisión posible las opiniones
que existen sobre asuntos importantes y sobre personas concretas.