LA POLÍTICA DEL MINISTRO
Hoy es frecuente ver en la prensa la palabra
ministro
aplicada a los
cardenales prefectos de los distintos dicasterios de la Santa Sede. Así, por
ejemplo, el
cardenal prefecto de la congregación para la educación católica
,
queda como
ministro de educación del Papa.
A nivel de intención es posible que el uso de estos vocablos responda a un
esfuerzo por traducir el término
prefecto
a un lenguaje más habitual y al
alcance de todos. Puede ser que se busque ayudar al lector con el símil de
los ministros de un gobierno que colaboran con quien lo preside. A veces
incluso la palabra se pone entre comillas para resaltar que se trata de una
analogía.
Sin embargo, en otras ocasiones, parece un esfuerzo –consciente o
inconsciente– de equiparar a la Iglesia con un gobierno más. Un gobierno
más con su presidente y con sus ministros que le auxilian. Un gobierno
más con unas políticas concretas y con una determinada línea ideológica…
Hace tiempo me encontré un artículo que usaba el término
política vaticana
para referirse a la posición del Papa y de la Iglesia con respecto al aborto.
Es decir que para el escritor de aquel artículo, la defensa que el Papa hacía
del valor de la vida en nombre de Jesucristo, no era más que una
política
vaticana
. Leyendo aquel artículo daba la impresión de estar ante la política
de un extraño gobierno de ultraderechas que rema contracorriente en un
mundo democrático, abierto, pluralista..., y que se atreve a mantener una
política anti-abortista. Una política más. Como cualquier otra. Como la de
oponerse a las licencias de conducir para menores de 18 años. O como la
de estar a favor de un nuevo impuesto sobre las bebidas refrescantes.
Yo creo que, a la larga, el uso de este tipo de lenguaje lo que hace con la
Iglesia es desnaturalizarla. Y es que la Iglesia no es un Estado. La Iglesia
es el cuerpo místico de Jesucristo, sacramento de salvación, camino para
que el hombre se encuentre con Dios... La Iglesia no es un gobierno al
dictado de las mayorías, ni de las elecciones, ni de los partidos, ni de las
políticas de los ministros. La Iglesia es la barca de salvación cuyo Capitán
es el mismo Jesucristo y que se ayuda de medios humanos para surcar el
océano de la historia y para seguir dando su vida en rescate de muchos.
Es cierto que no todos los que informan sobre la Iglesia comparten esta
visión de fe, pero un profesional que busque conocer mejor la realidad
sobre la que informa debe esforzarse un día y otro día por asomarse con
curiosidad al corazón que late dentro de esa realidad. De lo contrario, todo
quedará en desnaturalizaciones y reduccionismos caricaturescos.
P. Arturo Guerra, LC
Director del campus varonil del Instituto Cumbres y Alpes Saltillo