El hombre sólo es rico en hipocresía.
En sus diez mil disfraces para engañar confía;
Y con la doble llave que guarda su mansión
Para la ajena hace ganzúa de ladrón.
A. Machado
SOBRE HIPOCRESÍAS
Amigo Beltrán: creo que no me conoces, para permitirte emitir esas
descalificaciones que haces sobre mi persona. Sobre el trabajo no puedes negarme
lo bien que trabaja un verdadero cristiano a quien conozcas.
Me vas a decir que sí. Si hay gente hipócrita y que de cristiano no tiene
nada más que el nombre el tal no es ejemplo que me puedas poner tan
alegremente. Lo que hay dentro de cada uno no lo conoce nadie sino Dios. Lo
mismo pasa contigo, que te muestras tan indignado con simuladores de
conveniencia.
El cristianismo no vive de propaganda sino de ejemplos diarios en cada
unos de los cristianos. Yo mismo tengo carácter vivo y algo atolondrado pero eso
no quita que ame intensamente a Jesucristo y que no comprenda sin necesidad de
hacer cálculos matemáticos ni filosofías al uso que Dios tiene necesariamente que
existir.
Vivo alegre y contento con una magra pensión que recibo después de más
de cuarenta años de cotizar, y otros más sin cotizar. En mis tiempos no se llevaba
esta finura que tenemos los modernos. Sin embargo vivo feliz con mi gente y no
me falta de nada de lo que no se pueda prescindir.
Tengo amigos en todas las comunidades que conozco sean de las que
sean, porque yo amo de inmediato a quien ama de verdad a Jesús. Por eso, y
afirmándome en mi fe personal, amo a todos y a todos respeto, cuando no hacen
cosas que les descalifiquen con el Espíritu al que el propio Jesús nos dejó a su
cuidado.
Y si se trata de los curas, te diré que yo, sin ser clerical, admiro al párroco
de la iglesia de al lado, que es ejemplo de seriedad, cordialidad, y respeto hacia las
convicciones de los demás. Es buen amigo, y yo lo soy de él.
Acrisola enormes virtudes, y hace su trabajo constante, puntual, y
denodadamente en su parroquia, desde hace ya muchos años que le conozco. Lo
que hay en su interior o en su vida personal, ni lo conozco ni me hace falta. Yo solo
miro su conducta, y me basta. Respeto, y me respetan. Eso es todo.
Esta forma de pensar me acarrea sin duda muchas dificultades con
amigos de distinta denominación, pero no voy a cambiar la tolerancia que él me
demuestra, por una animosidad que solo satisfaría a gente que llamándose
cristiana, está sometida a muchos prejuicios y juicios temerarios. Una lástima.