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LOS CONSEJOS DE SAN JUAN DE ÁVILA
Las cartas de Juan de Ávila a Santa Teresa son una joya. En
realidad todo el epistolario de este Santo son pequeños tratados
espirituales. ¿Cuál era la situación en la que se encontraba la
Santa de Ávila cuando recurre al Maestro Ávila? Algunos
consejeros espirituales, Francisco Salcedo y Gaspar Daza, le
habían asegurado que lo que le sucedía era obra del demonio. El
Libro de la Vida, primer escrito teresiano contaba distintas
experiencias extraordinarias, visiones y revelaciones. Ante esta
situación y confusión en la que se encontraba la Santa desea que
sus escritos los lea Juan de Ávila: “Yo deseo harto se dé orden en
cómo lo vea, pues con ese intento lo comencé a escribir; porque
como a él le parezca voy por buen camino, quedaré muy
consolada, ya que no me queda más para hacer lo que es en mí”
(Carta a Fr. García de Toledo).
Las cartas de San Juan de Ávila a Santa Teresa son del mismo
año 1568, el 2 de abril y el 12 de septiembre. El Maestro estaba
padeciendo diversas enfermedades y sufrimientos. Un año más
tarde le llegó la muerte. El Santo de Almodóvar anima a Teresa y
le dice que continúe su labor de fundadora y escritora. La alienta
en la experiencia que tiene de Jesucristo y le dice unas palabras
que esponjarían el corazón de Teresa: “Jesucristo sea amor único
de vuestra merced; que, por cumplir de estado de esposa fiel, esto
le debe. No le suplico ruegue por mí, pues el mismo Señor le
pone cuidado de ello”.
La segunda carta que trata más en concreto del Libro de la Vida
me parece muy interesante y revela el alma y la forma de ser de
San Juan de Ávila. Estas son sus palabras:
“Cuando acepté el leer el libro que se me envió, no fue tanto por
pensar que yo era suficiente para juzgar las cosas de él, como por
pensar que podría yo, con el favor de nuestro Señor,
aprovecharme algo con la doctrina de él; y gracias a Cristo, que,
aunque lo he leído no con el reposo que era menester, mas heme
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consolado, y podría sacar edificación, si por mí no queda” (Carta
158).
Siempre me ha impresionado esta respuesta de nuestro Santo. En
un siglo en el que la opinión y la experiencia religiosa de una
mujer es tenida en muy poco, incluso por sospechosa, Juan de
Ávila le dice a Santa Teresa que le ha aprovechado su doctrina y
que se ha consolado y sacado edificación. Es demasiado para un
clérigo de la talla de Juan de Ávila pronunciar estas palabras.
Demuestra humildad, sencillez de espíritu y abierto al don del
Espíritu que se puede revelar en los más sencillos, como puede
ser una mujer.
Le da seguridad y por otro lado le dice que tenga prudencia. Las
experiencias teresianas son auténticas y puede seguir adelante:
“No veo por qué condenarlas. Me inclino más a tenerlas por
buenas con condición que siempre haya cautela de no fiarse del
todo, especialmente en cosa no acostumbrada… Vuestra merced
siga su camino, mas siempre con recelo de los ladrones, y
preguntando por el camino derecho; y dé gracias a nuestro Señor,
que le ha dado su amor y el propio conocimiento, y amor de
penitencia y de cruz” (Carta 158).
Hay en los consejos del Santo Maestro un objetivo que me parece
importante señalar y que esponjó el corazón de Teresa rodeado de
tantos temores. “Escrito está que Dios es amor infinito y bondad
infinita; y de tal amor y bondad no hay que maravillar que haga
tales excesos de amor, que turben a los que no le conocen” (Carta
158).
El biógrafo Luis Muñoz señala los sentimientos de la Santa al
enterarse de la muerte de Juan de Ávila: “La gloriosa Santa
Teresa de Jesús derramó por esta muerte copiosas lágrimas…le
dijeron que por qué se afligía tanto por un hombre que se iba a
gozar de Dios. A esto respondió la Santa: “Lo que me da pena es
que pierde la Iglesia de Dios una gran columna y muchas almas
un grande amparo, que tenían en él”.
Lucio del Burgo OCD