"Opinar en contra de la homosexualidad está dentro de la libertad de
expresión"
El Prelado, representante de la Santa Sede ante la Oficina de la ONU en Ginebra,
afirmó que se está produciendo una "confusión innecesaria" sobre el significado del
término "orientación sexual", que según la legislación internacional vigente, se
refiere a "sentimientos y pensamientos", y no a "conductas".
"Para los propósitos de las leyes de los derechos humanos, hay una diferencia
crítica entre sentimientos y pensamientos, por un lado, y comportamiento, por el
otro. Un Estado nunca debería castigar a una persona, o privarla del disfrute de
ningún derecho humano, basándose sólo en los sentimientos o en los pensamientos
de esta persona, incluyendo los sexuales".
Sin embargo, los Estados "pueden, y deben, regular los comportamientos,
incluyendo varios comportamientos sexuales. En todo el mundo hay un consenso
entre las sociedades de que ciertos tipos de comportamientos sexuales deben
prohibirse por ley. La pedofilia y el incesto son dos ejemplos".
Por otra parte, afirmó, la Santa Sede "desea afirmar su creencia profundamente
sostenida de que la sexualidad humana es un don que se expresa de modo genuino
en la entrega completa y para toda la vida de un hombre y una mujer en el
matrimonio". "La sexualidad humana, como cualquier actividad voluntaria, posee
una dimensión moral: es una actividad que pone la voluntad individual al servicio
de un fin; no es una 'identidad'. En otras palabras, procede de la acción y no del
ser, incluso aunque algunas tendencias u "orientaciones sexuales" tengan raíces
profundas en la personalidad".
"Negar la dimensión moral de la sexualidad lleva a negar la libertad de la persona
en esta materia, y socava en última instancia su dignidad ontológica". Esta creencia
sobre la naturaleza humana es también compartida por muchas otras comunidades
religiosas y por otras personas en conciencia", concluyó.
Jesús Domingo Martínez