¿Nos quejamos de los demás?
El eco de la vida
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
En nuestro obrar ha de prevalecer siempre querer darle a Dios
toda la gloria que se merece, adorarle y honrarle. Esa debería ser
nuestra ambición más alta y la que estuviera más arraigada en
nuestra alma.
Si obramos teniendo como fin dirigir nuestras obras hacia
Dios, paradójicamente, seremos los principales beneficiados: tanto,
porque nos haremos mejores, como porque los que nos rodean
procurarán, normalmente, retribuirnos con la misma moneda.
Por lo regular, si le hacemos un bien a alguien, esa persona se
sentirá obligada a regresárnoslo. Ciertamente no debemos obrar por
esa retribución, sino hacerlo por amor a Dios y a los demás. Pero
indirectamente habremos conseguido mucho bien.
Por ejemplo, si una persona le ayuda a otra a cargar un bulto.
Al ser generosa, esa persona se hizo a sí misma más generosa, y la
persona ayudada le quedará agradecida y se lo mostrará con su
amistad, que es también algo muy valioso.
2) Para pensar
Un relato nos lo ilustrará.
Un día un padre llevó a su hijo pequeño de paseo por un valle
rodeado de montañas. De repente, el hijo se lastimó y gritó
fuertemente: "Aaaahhhhhh!!!" Para su sorpresa oyó una voz
repitiendo: "Aaaahhhhhh!!!"
Con curiosidad el niño gritó: "¿Quién está ahí?" Recibió como
respuesta: "¿Quién está ahí?"
Enojado con la respuesta, el niño gritó de nuevo: "Cobarde" Y
recibió de respuesta el mismo grito: "Cobarde". La respuesta lo
enojó aún más, y volvió a gritarle: “Cobarde y tonto tú”. Recibió una
respuesta semejante: “Cobarde y tonto tú”.
El niño muy enojado preguntó a su padre: "¿Te fijas qué
grosero? ¿Qué sucede?" El padre sin dejar de sonreír le contestó:
“Hijo, presta atención". Entonces el padre le gritó a la montaña: "Te
admiro" La voz respondió: "Te admiro".
De nuevo, el hombre gritó: "Eres valiente " Y la voz le
respondió: "Eres valiente”.
El niño asombrado preguntó intrigado: “Pero, ¿quien grita?”
El padre le explicó: “La gente lo llama eco, pero en realidad…
¡es la vida! Te devuelve todo lo que dices o haces. Nuestra vida es
simplemente un reflejo de nuestras acciones. Si deseas más amor
en el mundo, crea más amor a tu alrededor. Y obtendrás más amor.
Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean, y
obtendrás felicidad.
Si quieres una sonrisa en el alma, no dejes de dar sonrisas al
alma de los que conoces”. El hijo se quedó pensativo y nunca se le
olvidó la lección.
La vida suele regresarnos, aquello que le hemos dado. Sin que
sea una fórmula matemática, sucede casi siempre. La vida no es
una coincidencia, suele ser un reflejo de nosotros.
3) Para vivir
Podemos ahora recordar lo que alguien dijo:"Si no te gusta lo
que recibes de regreso, ¡revisa muy bien lo que estás dando!"
Es más fácil culpar a los demás de mi situación, que asumir la
responsabilidad de haber contribuido a causarla. A veces incluso le
podemos echar la culpa a Dios de situaciones desagradables sin
ponernos a considerar que fuimos nosotros los mismos causantes de
aquello.
San Josemaría de Balaguer nos previene: “Egoísta. –Tú
siempre a lo tuyo. –Pareces incapaz de sentir la fraternidad de
Cristo: en los demás, no ves hermanos; ves peldaños. Presiento tu
fracaso rotundo. –Y, cuando estés hundido, querrás que vivan
contigo la caridad que ahora no quieres vivir.”
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