Semana Santa, momentos fundamentales de nuestra Redención
El acompasado repicar de los tambores, el agudo son de las trompetas, en las
plazas y en las calles de España, nos recuerdan que la presencia del cristianismo es
garantía de convivencia pacífica, de desarrollo humano, de fecundidad de belleza,
de arte, explosión de todo lo que hace más noble a la persona. Las miradas de los
viandantes se encuentran con la belleza de una fe que hace y se hace historia,
cultura, expresión de vida. Dios que se ha hecho hombre se encuentra con los
hombres en su paso, en el camino de la vida. Son muchas las personas que durante
estos días participan en la vida de las Cofradías penitenciales y contribuyen con su
tiempo, con su esfuerzo y con su fe, a que la representación de los misterios de la
pasión, muerte y resurrección de Jesucristo sean los protagonistas del presente.
La vida, pasión, muerte y resurrección del Señor cambiaron el curso de la historia y
gran parte de los derechos de que gozamos los ciudadanos del mundo occidental,
de nuestras manifestaciones sociales y de nuestra cultura bebe directamente de la
novedad que supuso el cristianismo hace más de dos mil años. Aún hoy, el mensaje
de Jesús de Nazaret es transgresor y capaz de renovar a la persona y a la sociedad.
No es por ello extraño que durante estos días santos, España entera se vista de
Nazarena y camine por el presente al son de las saetas, expresión de lo profundo
del alma de un pueblo que ha sabido, a lo largo de los siglos, ser fiel a la fe que ha
generado nuestra historia común.
Elena Baeza Villena