RAÍZ DE TODOS LOS MALES
Hay una tendencia progresista de arrinconar a Dios de todos los ámbitos de la vida
humana. No hay lugar para Dios, para su santa Ley, ni para los valores espirituales
y trascendentes que propugna la Iglesia católica.
Se trata ni más ni menos de que la persona viva, crezca y “se realice” sin referente
alguno a Dios. Otro tanto se pretende con la familia, las instituciones, las leyes,
la política, la sociedad, la nación, los organismos internacionales(laicismo). Este es
el proyecto prioritario de la masonería y de sus adláteres y corifeos..
De un modo oculto y larvado unas veces o descarado y directo otras, los intentos
diabólicos no cesan para arrancar del corazón del hombre todo vínculo con la
divinidad, de la criatura con su Creador.
El arrinconar y suplantar a Dios de la vida humana produce un vacío tan grande que
nada ni nadie puede llenar. Tal postura conduce, inexorablemente, al ateísmo, al
nihilismo, al panteísmo, al relativismo y al indiferentismo. El puesto debido a Dios,
principio y fin de todo, autor de la vida y la naturaleza, es ocupado por el hombre.
He aquí la raíz de todos los males que nos aquejan como personas y como
colectividad. La
vida sin Dios es una caos sin sentido. Esta es la suprema y definitiva lección que
Juan Pablo II nos dejó en su vida y en su muerte.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN