“Mi pierna izquierda” o el hombre que no quería estar completo
1.- Un presente
anunciado.
El 18 de febrero de
2005, la página
política y desarrollo
publicó un artículo
de mi autoría
titulado ¿Hacia el
homicidio institucionalizado?.
En el citado escrito, entre otras cosas, ante la inminencia de ser
aprobada en la provincia de Santa Fe la ley de mutilación de la
facultad procreativa humana llamada esterilización quirúrgica,
predecía que el plan en este aspecto consistía en ir aprobando en las
provincias esa concesin mutilante, para que ante “el clamor”
provincial, el parlamento nacional se viera constreñido a aprobar esto
para todo el país.
El correr del tiempo, ya más de un año, me dio la razón.
En efecto, hoy ya está el proyecto en la cámara de diputados de la
Nación, y no se visualiza que quede postergado, a causa de la
presión de tantos intereses en juego.
No soy adivino, pero trato de hacer siempre una lectura de los
acontecimientos diarios que hacen previsibles los hechos que se van
sucediendo.
2.- La mutilación de los cuerpos.
Trataré ahora de analizar este tema lo más racional posible, teniendo
en cuenta que el hombre debe regirse por la recta razón en todos sus
actos, esbozando al mismo tiempo un camino superador de la
decadencia en que yacemos.
Supongamos que un hombre visita a su médico y amigo, y le dice:
-“Vengo para que me indiques los pasos a seguir para que me corten
la pierna izquierda”.
Pasado el primer momento de desconcierto ante el pedido, y luego de
desechar un pensamiento acerca de si su amigo estaba en sus
cabales, le responde:
-“Te examinaré para ver que tenés”, y antes que su amigo responda
comienza a revisar la pierna en cuestión.
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-“No hay nada, está perfecta”.
-“Pero es que yo quiero que me la corten”.
Dudando ya de la lucidez de su amigo intenta convencerlo de lo
irracional de su pedido y de las penas que le sobrevendrían a él por
hacerle caso. Pero el amigo insiste: -“Tengo derecho a mi cuerpo, y
por lo tanto reitero el pedido.
El médico que estudió Teología Moral durante su carrera en una
universidad católica, desempolva sus conocimientos y responde:
-“Es verdad que tienes derecho sobre tu cuerpo, pero esto significa
que como persona, revestido de dignidad, debes ser respetado en tu
integridad física y que nadie puede mutilar alguna parte de tu cuerpo,
a menos que estuvieras enfermo y corriera peligro el todo corporal por
la enfermedad de alguna parte.
Si tu pierna, por ejemplo, tuviera gangrena sería lícita la intervención
para salvar tu vida. Pero no es tu caso y, por otra parte, además del
derecho a la integridad física, que no debe ser vulnerada, salvo en
caso en enfermedad,-repito-, tienes el deber de cuidar tu salud y tu
vida para poner al servicio de la comunidad los dones que el Señor te
ha dado.
Más aún, el Estado, que debe velar por el bien común a través de sus
autoridades, tiene el deber, -correspondiente a tu derecho-, de
brindarte subsidiariamente aquellos medios que vos no podés
alcanzar por ti mismo para salvaguardar tu integridad física. Y
consecuentemente, la Patria tiene el derecho de exigirte el cuidado de
tu salud para que puedas integrarte al todo nacional y contribuir a su
perfeccionamiento a través de tus cualidades.
Acceder a tu pedido, es totalmente irracional, ya que no se dan las
condiciones para su realización, y tampoco el estado puede permitir
tal amputación, cuando el organismo está perfectamente sano,
aduciendo una “libertad irrestricta” para que hagas lo que quieras, ya
que el uso de la libertad supone siempre un basamento en la verdad
de las cosas”.
3.- La mutilación de los órganos procreativos.
Lo expuesto anteriormente pretende desde una óptica racional y
totalmente desapasionada, enfocar el problema en su verdadera
dimensión.
Según el razonamiento expuesto anteriormente, la esterilización
quirúrgica de los órganos genitales, ya sea la atadura de trompas
para la mujer, o la vasectomía para el hombre, con la sola finalidad de
constituir de modo permanente un medio anticonceptivo, es una
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verdadera mutilación y por lo tanto no querida por el Creador que
siempre desea nuestra integridad física, a no ser que medie, como
dijimos más arriba, alguna enfermedad que afecte a la totalidad del
cuerpo.
En el caso de mutilación de los órganos genitales, la intervención
quirúrgica adquiere una gravedad mayor, toda vez que dichos
órganos están íntimamente relacionados con la posibilidad de dar
vida, y por lo tanto contribuir con el Plan del Creador.
Al respecto afirma magníficamente el Papa Pablo VI: “En la misin de
transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para
proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de
manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino
que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios,
manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y
constantemente enseada por la Iglesia” (Enc. Humanae Vitae nº 10).
Y sigue diciendo Pablo VI sobre la utilización de medios terapéuticos:
“La Iglesia, en cambio, no retiene de ningún modo ilícito el uso de los
medios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar
enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un
impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese
impedimento no sea, por cualquier motivo, directamente querido” (nº
15).
4.- La legitimación jurídica.
En la mentalidad actual se piensa que cuando se le da un encuadre
jurídico a estas cuestiones, no se obliga a nadie a someterse a lo
permitido por la ley, y que por lo tanto quien considere la malicia de
ésta, no tiene por qué hacer uso de ella. Pero que –se razona-, a
aquellos que no comparten los mismos postulados éticos se les
deben dar normas apropiadas a su sentir.
En rigor, si bien nadie está obligado a usar de estas leyes permisivas
del mal, nadie puede negar, como lo recuerdan Juan Pablo II y
Benedicto XVI, que la legitimación de éstas prácticas llevan a pensar
a un gran número de ciudadanos, que las mismas gozan de bondad
por el sólo hecho de ser legislada su permisión.
“La ley humana, -razona Santo Tomás de Aquino-, es tal en cuanto
está conforme con la recta razón y, por tanto, deriva de la ley eterna.
En cambio, cuando una ley está en contraste con la razón, se la
denomina ley inicua; sin embargo, en este caso deja de ser ley y se
convierte más bien en un acto de violencia” (Suma Teológica I-II q.
93, a 3, ad 2um). Y aade: “Toda ley puesta por los hombres tiene
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razón de ley en cuanto deriva de la ley natural. Por el contrario, si
contradice en cualquier cosa a la ley natural, entonces no será ley
sino corrupcin de la ley” (ST q. 95, a.2).
La vigencia de la democracia tampoco implica que es lícito hacer
cualquier cosa como muchas veces se piensa, ya que “la democracia
no puede mitificarse convirtiéndola en un sustitutivo de la moralidad o
una panacea de la inmoralidad. Fundamentalmente es un
“ordenamiento” y, como tal, un instrumento y no un fin. Su carácter
“moral” no es automático, sino que depende de su conformidad con la
ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano,
debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que
persigue y los medios de que se sirve.” (Juan Pablo II Encíclica
Evangelium Vitae nº 70).
5.- La mutilación de la justicia
Hace pocos días la justicia, según los medios de información, aprobó
que una madre de cuatro hijos, sumida en la pobreza, pudiera
acceder a la atadura de trompas como método anticonceptivo, sin que
por ello se pretenda solucionar el estado de postración en que viven
los pobres “en la tierra del pan”.
Tal hecho, aparentemente legítimo, constituye una violación palmaria
del derecho que tiene esa persona a la integridad física, máxime
cuando esta persona, así engañada, es incapaz de reclamar por la
satisfacción de otros derechos suyos abierta y permanentemente
vulnerados: a la vivienda digna, a la salud, al trabajo, a la
alimentación etc.
Cabe señalar aquí que, como enseña Santo Tomás de Aquino el
objeto de la justicia es el derecho.
En consonancia con esto, quienes deben administrar justicia han de
buscar y proteger los derechos de las personas.
Es decir que en lugar de vulnerar el derecho a la integridad física –
como en este caso- debieran exigir al Estado no el suprimir a los
pobres “futuribles”, sino la pobreza, con medidas y leyes que
promuevan la familia, y les permitan vivir con el pan conseguido a
través de un trabajo digno.
Las naciones europeas que languidecen en la vejez a causa de años
de políticas anticonceptivas, comienzan a revertir esa situación,
atentos a las deletéreas consecuencias de sus desguisados de
antaño.
Nuestra Patria, en lugar de adquirir experiencia de los fracasos ajenos
se envenena con ideologías foráneas, que sólo buscan despoblar la
Nación para poder así quedarse con las riquezas de nuestro suelo.
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De hecho, tales expolios de nuestras riquezas ya comienzan a
visualizarse en la actualidad, y se oyen voces tímidas de protesta
ante la degradación del suelo y la pérdida o falta de explotación de
nuestras riquezas a favor de los ciudadanos.
Mientras los de afuera se enriquecen, con el consentimiento y
complacencia de nuestros gobernantes, gran parte del pueblo
argentino padece hambre y carece de lo elemental para desarrollarse
como personas.
Mientras se llevan otros el agua potable, ¡cuántos hermanos nuestros
no tienen para beber más que agua contaminada!
Mientras en Europa premian a quienes tienen hijos, y de esa manera
apuestan a revertir su situación fortaleciendo la familia, nosotros
estamos invadidos por costosas campañas contra la vida y la familia.
¡Despierten quienes nos gobiernan! ¡ No sean cómplices con políticas
dañinas a nuestro pueblo! Copien de los europeos la promoción de la
familia, la cultura del trabajo, la educación sabia que permita a todos
conocer sus derechos verdaderos y correlativos deberes.
¡Es necesario dejar de lado tanta mezquindad, tanto bombardeo
antivida y consumista, con falsas esperanzas de una opulencia que
nunca llega!
La única manera de eliminar la pobreza es promover al pobre, o
¿será acaso que no quieren sacar al hermano de su postración
cultural, económica y social para no perder los votos que la dádiva
provee?
¡ Estos pecados claman al cielo!
¡Quiera el Señor poner su mano salvadora sobre nuestra querida
Patria!
Cngo Ricardo B. Mazza, Profesor Titular de Teología Moral en la
UCSF.
Santa Fe, 23 de Junio de 2006. ribamazza@gmail.com .
Publicado por www.politicaydesarrollo.com.ar
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