El dinero no hace la felicidad
Platón decía que la pobreza no procede de la disminución de las riquezas sino de la
multiplicación de los deseos. Y su discípulo Aristóteles añadía que solo hay felicidad
allí donde hay virtud y esfuerzo. Tal vez por eso es llamativo el sondeo realizado en
24 países por el prestigioso instituto IPSOS, según el cual en España e Italia, que
antes de la crisis eran considerados países ricos, el hecho de haber entrado en
recesin econmica ha elevado el número de “infelices” o tristes y tan solo un 11
por ciento de los espaoles se declara “feliz”, menos de la mitad del promedio.
Como contraste, el índice de “felicidad” se concentra en los países de economías
pobres o de ingresos medios. Lo cierto es que la felicidad, esta encuesta lo
demuestra, es una experiencia de satisfacción que va más allá de sentimientos
coyunturales. Está relacionada con la certeza de que la vida es un gran bien aunque
las circunstancias sean difíciles y dolorosas. Por tanto depende de conocer el
sentido de la propia vida, que no es absurda sino un camino en compañía de otros,
ligados por el amor, hacia un cumplimiento total. Eso es lo que falta en nuestras
sociedades opulentas hoy, y no es casualidad si observamos a quienes nos rodean.
Jesús Domingo Martínez