JUAN DE ÁVILA, PREDICADOR DEL EVANGELIO
Lucio del Burgo OCD
Los que conocieron al Maestro Ávila destacan esta faceta de su vida. En su
primera biografía, Fr. Luis de Granada, con datos y anécdotas que conocía
de primera mano, le da el título de “predicador evangélico”. Este ministerio
fue muy cuidado y mimado por el Santo. Su cultura humanista y teológica
estaba dirigida a esta tarea que consideraba esencial en su vida sacerdotal.
Su oración bañaba abundantemente su palabra, por eso era una palabra de
fuego que llevaba a la conversión de los oyentes.
--- Cada sermón era un acontecimiento . Tanto en Granada como en
Córdoba, en Montilla como en Sevilla, el anuncio de un sermón del
Maestro Ávila movía a mucha gente, las iglesias se llenaban, incluso se
subían a los tejados cuando la predicacin se realizaba en un patio. “Se
despoblaba el lugar por oírle”, “y no se oía otra cosa en la dicha villa de
Montilla sino ¡El P.Ávila predica!, el P.Ávila predica!” (Obras completas,
t.I, BAC Maior, Madrid, 2000, p. 246). Los sermones eran largos pero sus
oyentes no sentían el cansancio, estaban deseosos de escuchar su palabra
iluminadora y práctica para la vida de cada día y muy adaptada a su
feligresía.
--- Preparaba muy bien sus sermones . El estudio y la oración eran las
herramientas más comunes. Y aconsejaba a sus discípulos que querían
seguir sus caminos “que quitasen del estudio y lo pusiesen en la oracin,
que en ella se aprendía la verdadera predicación y se alcanzaba más que
con el estudio”. Nos refieren los testigos que “estudiaba los sermones que
predicaba, de rodillas puesto en oracin”. El mismo Fr. Luis nos transmite
que “en el mismo tiempo que predicaba, cercado de tantos negocios, tenía
cada día dos horas de oracin por la maana y otras dos en la noche”.
--- También improvisa en algunos casos . Así lo refiere un testigo
presencial en la ciudad de Montilla con motivo de una procesión del
Corpus y a ruegos del Vicario. Hablaba de la abundancia de su corazón:
“Hizo una plática antes de la procesin. Y la hizo el dicho Maestro Ávila
con tanto espíritu, aconsejando y diciendo con la reverencia que se había de
ir en la procesión, acompañando a Cristo nuestro Señor sacramentado en la
Hostia de Pan, que estaba en la custodia, que, acabada, salieron todos los
oyentes llorando de alegría y acompañaron la procesión con tanta modestia
y compostura y reverencia del Santísimo Sacramento, que fue cosa
notable…, pues, con ser tantos los asistentes, hubo en la dicha procesin
mucha quietud reverencia. Cosa que no se ha visto después acá en esta
villa” (Proceso de Montilla).
--- ¿De qué hablaba este famoso predicador? ¿cuáles eran sus temas
preferidos? Observando su rico sermonario podemos decir que nuestro
Santo ha tocado muchos temas: fiestas de los santos, grandes fiestas
litúrgicas, pláticas a sacerdotes y religiosas. Pero tenía un especial cariño al
Santísimo Sacramento y a nuestra Señora. Un testigo en los Procesos de
Beatificación atestigua:
--- Imbuido de un espíritu profético , es decir, transformado el corazón por
la oración y con un deseo profundo de llevar el evangelio a las gentes, se
enardecía, gritaba y los creyentes se conmovían ante las palabras del
predicador. Es interesante la palabra que usaban para expresar este estado
religioso y psicológico del predicador: “templado”, lleno del Espíritu. En
más de una ocasión aflora en su discurso una anécdota, una cita erudita de
un libro que ha leído. Los sermones del Maestro Ávila eran piezas literarias
hasta tal punto que gente estudiosa iba a escucharlos.
“Se acuerda este testigo que oyó decir en la ciudad de Córdoba que,
predicando el dicho Maestro Juan de Ávila en la dicha ciudad, algunas
personas de mucha calidad y letras, vecinos de la dicha ciudad, que le había
ido a oír una vez por hacer burla de él, y que había sido tanta la eficacia
con que entonces había predicado, que habían salido convertidos y
edificados de su sermón, de tal manera que desde entonces se preciaron de
ser sus discípulos” (Proceso de Jaén).
--- Aunque los sermones estaban bien articulados, Juan de Ávila lo que
pretendía era el bien espiritual de los feligreses , no lucirse él por vanidad
ante un público que le seguía incondicionalmente. Bajaba al terreno de la
vida ordinaria y como sus oyentes eran muy variados daba consejos a toda
clase de personas. Los testigos emplean una palabra: “red barredera”, una
red que va cogiendo toda clase de peces.
--- Los oyentes de sus sermones salían con el deseo de seguir a Jesucristo y
de ser buenos creyentes. El Santo Manchego se recorrió todos los caminos
de Andalucía : Sevilla, Écija, Alcalá de Guadaira, Lebrija, Jerez de la
Frontera, Córdoba, Granada, Baeza, Andujar, Zafra, Montilla y otras
ciudades. Plazas, patios y ventas escucharon la palabra del Padre Ávila
llamándolos a una vida santa. Leyendo los Procesos nos encontramos
muchos casos y muy curiosos los frutos de sus sermones. Escojo solo uno
para que el lector pueda tener una muestra.
Después del sermón se ponía a confesar y a veces estaba hasta las altas
horas de la noche y lleno de sudor por el fuerte calor que había en aquellas
tierras. Pero él no conocía el descanso, seguía adelante. Por este celo
incansable algunos lo comparan con el Apóstol Pablo.
--- No admitía dinero ni otros regalos como recompensa de sus sermones .
Vivía de las limosnas. Era muy reticente a los beneficios eclesiásticos.
Comprendía que no podía hablar de la pobreza de Cristo y del desprecio de
los bienes de este mundo si él no vivía estas cosas. El carácter
testimoniante era muy cuidado por el Maestro Ávila. No podía predicar una
cosa y vivir otra. No admitía regalos, ni siquiera “algunos guisadillos” que
le ofrecían sus santas mujeres.