¿Cuándo hay que decir que no?
Por Carlos Vargas Vidal
vargasvidal@yahoo.com
PANAMA. Timothy Michael Dolan, el nuevo Cardenal de la hermosa manzana:
Nueva York, ha dicho también algo hermoso: “Estoy muy agradecido por ser un
Cardenal…pero yo en realidad quiero ser un santo” .
El Cardenal ha dicho ¡sí!, a la eternidad; y ¡no!, a las veleidades de este mundo. El
ha dicho: Aquí estoy, señor, para hacer tu voluntad (Sal 39, 8-9). Y esa es también
la voluntad de la Iglesia de Dios según él mismo nos relata en su mensaje de
aceptación de la birreta roja.
Siendo misionero, en un aula de clases, en medio de jóvenes, uno de ellos
pregunta: ¿Qué es ser Santo? Quedé perplejo, por un instante. No esperaba esa
indagación. Y no sabía que decir en palabras que a esa edad se me entendieran.
De pronto, dije algo que no sabía y que nunca olvidaré: ¡Ser santo es ser justo!
Nunca, después, encontré una respuesta más sencilla y cierta. Y Dios me lo había
dicho por medio de su Espíritu: “…yo no he venido a llamar a los justos, sino a
los pecadores” (Mc 2, 16-17).
Ser justos, a mi entender, es actuar de conformidad con lo que es correcto. Libre
de errores. Libre de males. Mas, sin embargo, el diccionario de la lengua dice otra
cosa: “Actuar según la justicia y la razón”. Y algunos se preguntarán: ¿qué es la
justicia? El diccionario también no los dice: “Es la virtud de dar a cada uno lo que le
pertenece”. En otras palabras, según los hombres, es lo que debe hacerse según
derecho o razón. Pero el derecho a veces anda torcido, y la razón anda en busca de
la sinrazón. Las leyes también se dejan sobornar. Y de la locura, muchas veces,
hacemos elogio.
Si no hubiéramos estado en esa aula de clases hubiera sido fácil repetir lo que nos
dice la Teología: ¡Justo es el que vive según la Ley de Dios! Pero, y si aún así no lo
queremos entender, volvamos al diccionario. La justicia es el conjunto de todas las
virtudes, no vicios, que hacen bueno a quien las practica. Tomás de Aquino,
nuestro doctor angélico, lo ha dicho de otra manera: ¡Hacer el bien y apartarse del
mal!
Y esto implica decir NO cuando haya que decirlo, aún cuando estemos tentado a
decir lo contrario. Pero resulta que muchos no saben decir que no porque tienen la
necesidad de sentirse apreciados, valorados, estimados o amados por quienes
están a su alrededor. Decir que no para ellos significa producir descontento,
incomodidad o hasta resentimientos en los demás. Es hasta perder popularidad en
esas páginas sociales de internet. Y eso es peor que agradar a Dios.
También hay quienes dicen que sí a todo, pero no mantienen su palabra. Son los
que no quieren dar explicaciones, no quieren comprometerse; pero con su conducta
le fallan a los hombres, y hasta le fallan a Dios, quien es el que verdaderamente
importa. En cambio, Tim, nuestro nuevo Cardenal, ha dicho que sí a la eternidad,
porque los mandamientos son el camino que Dios ha señalado para llegar al Cielo.