Historias de Renzo 4. El momento del combate
P. Fernando Pascual
Renzo tiene en sus manos un Evangelio. Lo lee una y otra vez, pero no llega a
comprender el misterio contenido en este libro.
Sabe que necesita hacerse como un niño. Ha descubierto, además, que necesita
vivir en una oración continua. Pronto se da cuenta de que también hace falta un
camino de disciplina, de sacrificio, de renuncia. Un camino cuesta arriba, contra el
modo de pensar del mundo, contra las tendencias de la carne, contra la fuerza del
demonio.
Entre 1950 y 1952, mientras la vida sigue su curso normal en el bar tabaquería, se
produce un combate profundo en el alma de Renzo. Desea encontrar algo que le
permita “probar” que las enseñanzas de Jesús son verdaderas. ¿Cómo conseguir
la prueba? El método es sencillo: vivir lo que está en el Evangelio y verificar si los
resultados prometidos en ese libro sencillo y profundo se hacen realidad.
El año 1952 la lucha es casi insoportable. Las pasiones interiores, especialmente
el orgullo y la soberbia, se sublevan. Pero Renzo mantiene firme su compromiso
de rezar y de sacrificarse. Siente la fuerza de Satanás. Sobre todo, siente que hay
un gran enemigo allí dentro de su alma: el “yo”...
Casi sin esperarlo, llegó el momento deseado, la prueba sobre la verdad del
Evangelio. Renzo fue invadido por una paz profunda, como si los enemigos
hubieran sido derrotados. Pero quedaba todavía su “yo”, siempre presente,
siempre al acecho, siempre dispuesto a exigir su parte. Pide entonces ayuda a un
sacerdote para discernir lo que ocurre en su interior. Además, aumenta las
oraciones y los sacrificios.
Renzo empieza a notar que muchas de sus oraciones por otras personas son
escuchadas. Ello le lleva a sentir nuevamente miedo de sí mismo, del “poder” (que
viene de Dios) que empieza a tener. Entonces también reza por sí mismo. Le pide
a Dios “que perdone mis pecados, que ayude y perdone a quien pecó por mi culpa,
que me haga instrumento suyo al servicio de la Redención”.
Surge en su corazón un deseo incontenible de hacer suyos los sufrimientos de los
demás. Quiere acompañar a tantas almas que desean ser ayudadas por Dios.
Su oración inicia siempre de la misma manera: “Padre, te presento los sufrimientos
de XXXXXX. Te pido que le ayudes, como tú sabes hacerlo. Aleja de él estas
tribulaciones; y, si esto no encaja con el proyecto que tienes para ese hermano o
esa hermana, ayúdale a sobrellevar su peso, de modo que, sintiéndose ayudado
por ti, su dolor se transforme en alegría”.
NB: La historia de Renzo Buricchi (1913-1983) ha sido narrada por Marcello
Pierucci en Un cipresso per maestro. La fede vissuta da Renzo Buricchi il
tabaccaio di Prato , Cantagalli, Siena 2005.