Cuando llega un malentendido
P. Fernando Pascual
4-2-2012
Quisiéramos que las relaciones humanas fuesen perfectas: claras, lineales, sin engaños, sin
confusiones, sin gestos de traición, sin invasiones inadecuadas en lo que se refiere a la vida privada.
La realidad, sin embargo, es muy diferente. Una palabra repetida fuera de contexto, un momento
emotivo que lleva a hablar más de lo oportuno, un término usado de modo inadecuado, un retraso
debido a descuidos más o menos inocentes, crean miles de malentendidos que enrarecen las
relaciones y que pueden iniciar, por desgracia, situaciones de conflicto.
Es difícil vivir de tal manera que no se produzca nunca un malentendido. Cuando se produce la
situación no deseada, hace falta poner aquellos medios que sirvan para aclarar las ideas, para
explicarse de la mejor manera posible, para reconstruir puentes dañados.
Cuando llega un malentendido, algunos reaccionan de modo desproporcionado. Se sienten víctimas
y contraatacan, o se cierran en un resentimiento contenido. Es comprensible una reacción así, pero a
veces se trata de un exceso de emotividad herida. Seguramente será necesario un esfuerzo especial
para aclarar lo que sea necesario y para curar heridas que no deberían haberse producido.
Al mismo tiempo, hace falta aprender de este tipo de situaciones y así encontrar caminos que eviten
malentendidos perniciosos. En ocasiones bastará con reforzar una comunicación con varios métodos
(por escrito, por teléfono, en una cita cara a cara). En otras ocasiones, será oportuno preparar el
terreno para que un dato concreto llegue del modo más adecuado a sus destinatarios. Siempre habrá
que analizar bien las palabras para evitar las que puedan confundir y para escoger las que sirven
para dejar bien claras las ideas, en la medida de lo posible.
Los malentendidos serán casi siempre, a pesar de todos nuestros buenos esfuerzos, parte integrante
de la vida cotidiana. Saber afrontarlos con serenidad y buscar caminos para sanar los daños que
podamos haber causado en otros será una señal inequívoca de nuestro deseo sincero por promover
el bien de todos y por construir un mundo más fraterno, armonioso y comprensivo.