Escuela de la vida
Kary Rojas
En la escuela de la vida aprendí que,
La mejor manera de no dejar que nos roben la paz ni perder el respeto hacia
nosotros o los demás, es luchar por no salirse nunca de sí mismo… Cuando
algo nos enoje, mantener el control, no hacer ni decir nada que nos haga
desubicarnos de nuestra posición… y si nos duele una herida, no perder nuestro
lugar, porque el dolor es traicionero a veces nos hace olvidarnos de todo, hasta de
nuestra dignidad… Si el motivo que nos mueve el piso tiene que ver con el amor,
hacer todo lo que esté en nuestras manos para no despegar los pies del suelo ni
hacer nada de lo que después nos arrepintamos y queramos devolver el tiempo
para recuperarlo o enmendarlo… Aprendí que siempre habrá personas y
circunstancias que pretendan desequilibrarnos, con gestos o con palabras, con
acciones u omisiones, lo mejor es saber contar bien largo y despacio, para no
desubicarnos ni descontrolarnos…
La paz es el equilibrio entre el corazón y la razón, la emoción y la acción, las
palabras y las obras, los sueños y la realidad, las circunstancias y la forma de
enfrentarlas, sin perder nunca nuestro lugar…
En la escuela de la vida aprendí que, cuando sabemos manejar todas nuestras
emociones, la ira, la alegría, la sorpresa, la tristeza, la conciencia y la fantasía, los
miedos y aún la seguridad, no sobrepasaremos los límites que nos hacen bajarnos o
caernos de nuestra silla, desviarnos de nuestro norte y así no perder nunca nuestro
lugar, ni se nos escape de las manos el manejo de nuestro sentir y actuar…
Aprendí que el salirnos de sitio por algún acontecimiento, persona o emoción, hace
que rompamos los límites y las reglas, se nos olviden los principios y razones que
mantienen nuestro equilibrio, ocasionando daños, rompimientos y pérdidas en
nosotros mismos y en los demás, de tal forma que cuando reaccionemos, nos
reubiquemos e intentemos buscar una oportunidad, quizás sea demasiado tarde y
puede que el tiempo nos diga: la tuviste en tus manos y la dejaste escapar…
En la escuela de la vida aprendí que, por muy fuertes que sea lo que pasen y
pretenda robarnos la paz, hay que abrazarse a la Fe que nos sostiene, no dejar que
nada nos robe la esperanza, y sujetar muy fuerte nuestra silla, para que no nos
provoquen ni nos hagan salirnos de nuestro lugar… El mantener siempre nuestro
sitio, sin creernos menos ni más, hablará muy bien de nosotros y nuestros actos
por sí solos dirán: es alguien que pase lo que pase, se sabe controlar y mantener el
equilibrio y la paz…