El Santo Padre Benedicto XVI, profeta de nuestro tiempo
REBECA REYNAUD
Peter Seewald le hizo una entrevista al entonces Cardenal Ratzinger, y le preguntó
cuántos caminos puede haber para llegar a Dios. El cardenal le respondi: “Tantos
como hombres”. En otro momento explicó: “si la relación con Dios no es
buena, entonces ninguna de las otras relaciones podrá ser buena” .
Un profeta es un centinela o portavoz de Dios. Aunque no le atiendan, él es
responsable de advertir de los peligros que amenazan a la humanidad. Los
discursos del Papa tienen un fuerte tinte profético, pues el profeta anuncia la Buena
Nueva. Otras veces el profeta anuncia desgracias provocadas por el pecado. Habla
para animar a tener un culto interno más que externo. El profeta no calla ante las
injusticias sociales ni ante el mal de su tiempo. Es muy frecuente que los profetas
hablen de la necesidad dejar la idolatría. Hoy día los ídolos no son de madera o de
piedra, son el dinero, el poder, el “yo”, el placer y los bienes materiales. Los
profetas hablan de hacer penitencia y acaban su discurso de modo positivo,
hablando de la restauración que se llevará a cabo a través del destierro, la peste, la
espada, la destrucción o el fuego.
El Papa es el profeta que Dios manda para nuestros días. Es interesante su mensaje
del 4 ó 5 de julio del 2011, en Croacia (Se puede buscar en Google así: Benedicto
XVI + mensaje inédito ). Este mensaje fue suprimido de todos los noticieros para no
causar un caos mundial. Al Papa se le pidió no repetir este discurso. En síntesis,
habló de pedir misericordia para el próximo diciembre del 2012, para que no
arremeta la furia divina sobre sus hijos justos. Debemos estar preparados, no sólo
en el espíritu sino con objetos terrenos. Empecemos a juntar víveres y cobijas,
agua y velas como predijo la Virgen en Fátima (no es textual, lo pueden ver en
Internet, dura 2 min.). Evidentemente, el Papa no habla del fin del mundo, sino de
otra etapa de la historia humana. El Papa presiente su muerte próxima por eso nos
quiere ayudar con esas advertencias. En 2007 dijo: Nuestro Señor Jesucristo me ha
hecho saber que pronto dejaré esta vida (Cfr. ww.wix.com/vigilis/benedicto16). El
Papa no es alarmista. Entonces, es tiempo de rezar por su persona y sus
intenciones, por su viaje a México, y es tiempo de plantearse la conversión y la
penitencia; de reparar lo que se haya hecho mal, de orar y de vivir en unidad y
concordia con los demás.
Cuando al Papa Benedicto XVI le hicieron una pregunta sobre la necesidad de
hacerse como nios delante de Dios, respondi: “La teología de lo pequeo es
fundamental en el cristianismo. Nuestra fe nos lleva a descubrir que la
extraordinaria grandeza de Dios se manifiesta en la debilidad, y nos lleva a afirmar
que la fuerza de la historia se encuentra siempre en el hombre que ama, es decir,
en una fuerza que no se puede medir como se miden las categorías del poder. Dios
quiso darse así a conocer, en la impotencia de Nazaret y del Gólgota. Por lo tanto,
no es mayor el que posea mayor capacidad de destrucción, sino por el contrario,
una pequeña partícula de amor, pareciendo tan débil, es muy superior a la máxima
capacidad de destruccin”.
Benedicto XVI dice en La sal de la tierra: El hombre actual ya no es capaz de
reflexionar sobre lo esencial, pero nota que está falto de algo. Las grandes
calamidades colectivas, que tanto abundan en el momento actual, se deben a que,
en la vida del hombre falta algo, se advierte la carencia de algo... “La fe es una
fuente de alegría. Cuando Dios falta, el mundo queda en tinieblas, todo parece
aburrido y no satisface nada. Cuanto más se vacía el mundo de Dios, más
necesidad hay de consumismo y más se vacía el mundo de alegría” (p. 30).
Luisa Picarreta nos ayuda a ir a lo esencial; sugiere amar con el Alma de Jesús, así
abrazaremos todos los siglos, a todas las criaturas y elevándonos, devolveremos a
Cristo la creación entera, ordenada, tal como salió de sus manos.
Es esencial pedir a Dios la sabiduría de saber amar. El Salvador aseguró a Santa
Gertrudis (Alemania, siglo XIII), que esta oración liberaría a mil almas del
purgatorio.
Padre nuestro, os ofrezco la Preciosísima Sangre de Vuestro Divino Hijo Jesús, junto
con las Misas que se digan en todo el mundo:
- por todas las santas almas del Purgatorio,
- por los pecadores en todas partes,
- por los pecadores en la Iglesia Universal,
- los de mi propio hogar, y dentro de mi familia. Amén. (Con licencia eclesiástica.
Sevilla).
Si amamos, nos preocuparemos de los vivos y de los difuntos.
El Papa nunca ha querido el poder
El Cardenal Ratzinger escribió su biografía. En ella describe lo mucho que le costó
aceptar el cargo de arzobispo. Alude al Salmo 72, 22-23 comentado por San
Agustín: “El salmo, perteneciente a la tradicin de la Sabiduría , muestra la
situación de necesidad y de sufrimiento que es propia de la fe y que deriva del
fracaso humano; quien está de parte de Dios no está necesariamente de parte del
éxito. ¿Cómo hay que entender esto? el salmista encuentra la respuesta en el estar
ante Dios, que le permite entender que la riqueza y el éxito material son finalmente
irrelevantes y reconocer qué es lo verdaderamente necesario y portador de
salvación: “Ut iumentum factus sum apud te et ego semper tecum” . El término
latino “iumentum” designaba sobre todo los animales de tiro, que son utilizados por
los campesinos para trabajar la tierra.; y en éstos ve San Agustín una imagen de sí
mismo, bajo el cargo de su servicio episcopal: “un animal de tiro está ante ti, para
ti, y, precisamente por eso, estoy contigo. San Agustín había elegido la vida del
hombre de estudio y Dios lo había destinado a hacer de “animal de tiro”, el bravo
buey que tira del carro de Dios en este mundo. Cuántas veces se rebeló ante las
menudencias que se encontraba llevando sobre sus espaldas y que le impedían la
gran labor que sentía como su vocación más profunda. Pero precisamente aquí el
salmo le ayuda a salir de toda amargura: sí, es cierto, me he convertido en un
animal de tiro, una bestia de carga, pero precisamente de este modo estoy contigo,
te sirvo, me tienes en tus manos (…). ¿No era y es una imagen de lo que debo ser
y de lo que soy? “Por ti he llegado a ser una bestia de carga y precisamente así
estoy en todo y para siempre contigo”. Entretanto, yo he llevado mi equipaje a
Roma y desde hace ya varios años camino con mi carga por las calles de la Ciudad
Eterna. Cuándo seré puesto en libertad, no lo sé, pero sé que también para mí sirve
que: “Me he convertido en una bestia de carga, y precisamente así, estoy contigo”
(Cfr. Mi vida, 1927-1977 , pp. 131-133).
Benedicto XVI tiene ocho doctorados Honoris Causa:
1984 Doctor Honoris Causa por el College of St. Thomas in St. Paul / Minnesota
(Estados Unidos).
1985 Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Eichstätt (Alemania).
1986 Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Lima (Perú).
1986 Doctor Honoris Causa por la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
1988 Doctor Honoris Causa por la Universidad Católica de Lublin (Polonia).
1988 Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra (España)
1999 Doctor Honoris Causa por la Universidad Libre María Santísima Asunta
(LUMSA) en Roma.
2000 Doctor Honoris Causa por la Facultad de Teología de la Universidad de
Wroclaw (Polonia).