No hay derecho sin justicia
Hará falta tiempo para asimilar el contenido del impresionante discurso que
Benedicto XVI pronunció en el Bundestag. Es sin duda una de sus grandes
intervenciones que se une a la de Ratisbona, a la de los Bernardinos y a la que no
pudo pronunciar en la Universidad de La Sapienza. En todos esos casos el Papa ha
abordado los problemas decisivos de la modernidad aportando un punto de vista
novedoso y fresco que le convierten en la referencia, no ya del mundo católico sino
de todos aquellos que piensan con seriedad en los retos de la civilización
contemporánea. En el Parlamento alemán se ocupó del problema de la justicia.
Benedicto XVI ha entroncado con lo mejor de la revolución americana y lo
rescatable de la revolución francesa que dieron lugar al Estado actual.
El derecho hace posible la justicia pero el derecho no es sólo lo que dicta la
mayoría. Esa era la preocupación de los constituyentes de Estados Unidos y de
Montesquieu. Benedicto XVI ha hecho una crítica desde dentro a la concepción
positivista que acabó por dominar durante el siglo XX y que tan nefastos efectos
tuvo, como ha recordado, en su tierra natal. Y el Papa ha señalado cuál es el
camino para superar una concepción del derecho que no considera necesario
ningún fundamento. Es necesario recuperar una experiencia auténtica de la razón,
que no es sólo lo que se puede medir; y de naturaleza, que implica un Creador.
Entonces sí se puede hablar de justicia, una palabra que muchas veces parece
sepultada por el escepticismo o por el tecnicismo.
Jesús Domingo Martínez