¡Ámame tal como eres!
Felipe Santos, SDB
Hijo Mío: Conozco tu miseria, los combates y tribulaciones
de tu alma (Ap 2,2-9) la debilidad y las dolencias de tu
cuerpo; de tus cobardías, de tus pecados, de tus rebeldías;
aún así te digo: dame tu corazón, ¡Ámame tal como eres!
Si esperas llegar a ser un ángel para entonces entregarte a
mi amor, no me amarás jamás. Aún si recaes con
frecuencia en esas faltas que quisieras nunca haber
conocido (Rom 7,15) aún si eres cobarde en la práctica de
la virtud, no te permito el dejar de amarme.
Amame tal como eres! Quiero el amor de tu corazón
indigente; Si para amarme quieres esperar a ser perfecto,
no me amarás jamás. No podría yo hacer de cada grano de
arena un serafín radiante de pureza, de nobleza y de
amor? No podría yo con un solo signo de mi voluntad,
hacer surgir de la nada miríadas de santos mil veces más
perfecto y amantes que tú? Y si me place dejar para
siempre en la nada a esos seres maravillosos y preferir al
suyo tu pobre amor? Hijo, déjame amarte, quiero tu
corazón. Ciertamente he de transformante, pero entre tanto
te amo tal como eres. Y deseo que tu hagas lo mismo;
quiero ver surgir el amor del fondo de tu miseria. Amo en ti
incluso
debilidad
(
2
Cor
12,10).
Amo el amor de los pobres; quiero que de la indigencia se
eleve continuamente este grito: Señor, te amo! Es el canto
de tu corazón el que me importa. Qué necesidad tengo yo
de tu ciencia y de tus talentos? (1 Cor 2,1-2).
No son virtudes las que te pido y si diera el dártelas, eres
tan débil que pronto mezclarías a ellas tu amor propio: No
te inquietes por tu virtud! Podría yo haberte destinado a
tu
grandes cosas; pero no lo quise, serás el servidor inútil y te
quitaría aún lo poco que tienes, porque te he creado solo
para
el
amor:
ï¿œAma!
El amor te hará realizar todo lo demás sin que pienses en
ello; no busques sino llenar el momento presente con mi
amor. Hoy espero a la puerta de tu corazón como un
mendigo (Ap 3,20). Yo, el Señor de los señores toco y
espero; Apresúrate en abrirme y no alegues tu miseria. Lo
único que podra lastimarme el corazón sería el verte dudar
y no tenerme confianza. Quiero que pienses en Mí, en cada
hora del día y de la noche; No deseo que hagas la acción
más insignificante por otro motivo que no sea el amor.
Cuando tengas que sufrir (1 Cor 10,13), te daré fortaleza (2
Cor 12,9), tú me has dado tu amor, yo te daré el amar más
allá de lo que hayas podido alguna vez imaginar.
Pero recuerda: ámame tal como eres! No esperes llegar a
la santidad y estar suficientemente preparado para
entonces entregarte a mi amor, pues entonces, no me
amarás jamás!