Profeta, ¡no te canses!
P. Fernando Pascual
14-1-2012
No te canses, profeta, de anunciar el Evangelio. No te canses de sembrar aunque el campo esté lleno
de abrojos o de dureza. No te canses de hablar aunque los oídos estén saturados de ruidos y de
músicas.
No te canses, profeta, porque los corazones siguen con sed de amor, de felicidad, de paz. No te
canses, porque todo habrá valido la pena si un hombre, si una mujer, descubren un día lo mucho que
Dios les ama.
No te canses, profeta, cuando llegue la persecución, cuando te marginen como loco, cuando te
desprecien como superado, cuando te acusen de lo que no has hecho, cuando te ignoren con
desprecio.
No te canses, profeta, cuando llegue el mal a tu propio corazón, cuando descubres que eres tan
pecador como los otros, cuando reconozcas que ni hablas bien ni consigues resultados.
No te canses, profeta, cuando parezca que el mismo Dios te deja de lado; cuando te sientas solo
entre los hombres y ante el Sagrario; cuando la oración te cueste y no recibas ningún consuelo del
Maestro.
No te canses, profeta, porque solo contigo la Palabra llegará a quienes hoy te ignoran sin darse
cuenta que te necesitan; porque muchos esperan que alguien les grite que Dios es bueno y que desea
perdonar a cada uno de sus hijos.
Profeta, ¡no te canses! Sigue en pie, como atalaya, como roca que desafía el viento, como luz tenue
que rompe las tinieblas, como viento que acaricia los corazones, como pregonero entusiasta que
repite, una y otra vez, que el Mesías ya vino al mundo y que está vivo, hasta el final de los tiempos,
en su Iglesia.