ORACIÓN DE UN CURA JUBILADO
Aquí me tienes, Señor, a punto de estrenar un nuevo año.¡Que pronto se me han
pasado estos doce meses¡.Gracias, Señor, de todo corazón, por la propina de vida
que me has concedido hasta llegar al final. He visto desfilar en este año a
familiares, amigos y conocidos. Dentro de poco-¡la vida es un soplo¡- me tocará a
mí el turno. No estoy triste, ni deprimido, sino en paz y esperanza, aguardando,
que tu gran misericordia me acompañe y me purifique de todas mis debilidades y
miserias.
Mi cuerpo se va desmoronando imparablemente, pero trato de fortalecer mi espíritu
que me mantenga firme en mis convicciones cristianas. ¡Ayúdame, que solo no
puedo nada¡.
Aguardo sereno tu llamada, cogido de la mano de tu Madre y madre mía, la Virgen
María. Miles y miles de veces, como todos mis hermanos cristianos, le he dicho y
rezado que “ruegue por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Confío ciegamente en Ella, madre de misericordia y auxilio de los cristianos. No me
abandonará jamás. “Me mostrará pronto a Jesús, el fruto bendito de su vientre”.
Señor y Padre nuestro, confío con millones de mis hermanos cristianos de todos los
tiempos, razas y culturas, en las promesas de vida eterna, de tu Hijo Jesucristo,
mientras vivió en la tierra. Esto es para mí lo principal.
No soy santo como debería, pero apelo a tu infinita misericordia que querrá
purificarme antes de gozar para siempre de tu presencia en el cielo. Hágase en mí
tu santa y adorable voluntad. Tus designios son de amor y misericordia y por eso
espero ser feliz, contigo Padre, con tu Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, el
único Dios vivo y verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN